Lajdar Brahimi ha visto en el pasado rostros similares de personas apenas capaces de ocupar una misma sala y mucho menos de dialogar. Libaneses, afganos, iraquíes, ahora sirios. También, después de dos décadas, de compatriotas argelinos.
Durante días, el veterano mediador de las Naciones Unidas ha presidido conversaciones de paz con el propósito de hallar una salida a la guerra civil en Siria. Logró juntar por primera vez cara a cara a representantes del gobierno de Bashar Assad y la oposición el sábado, asegurándose a la vez de que no tuvieran que entrar por la misma puerta ni se hablaran unos a otros directamente. Tiene 80 años y es paciente.
"A menudo me acusan de ser muy lento. Pero creo que ser lento es mucho mejor que ser precipitado. Si uno corre puede ganar una hora y perder una semana", dijo a la prensa a fines de otra larga jornada. "De modo que vamos lentamente y espero que sigamos haciéndolo".
Habla fluidamente en francés, inglés y árabe. Sin micrófono sería casi inaudible. Después de varios días de negociaciones en Ginebra, las arrugas de su rostro parecen más profundas y entra lentamente a la sala antes de acomodarse en una silla. Pero inevitablemente tiene todavía chispa suficiente como para lanzar algún comentario sarcástico en tono moderado, suficiente para despertar sonrisas.
Su estilo de negociación es famoso entre los diplomáticos. Los jóvenes lo emulan y los veteranos aspiran a comparaciones favorables.
"Una de las claves de su éxito es lo que yo llamaría paciencia estratégica", comentó Michael Moller, diplomático dinamarqués que es director interino de la oficina de la ONU en Ginebra. "El sabe cuándo ser firme y cuándo ser paciente, y comprende la dinámica de los procesos de paz".
Brahimi ha sobrellevado dos períodos oscuros en su propio país, Argelia, durante la batalla nacional por independizarse de Francia, y más adelante en los años 90 cuando unas 200.000 personas murieron en una guerra civil entre el gobierno y los islamistas. Oficialmente retirado, pasa gran parte de su tiempo en París, donde se educó de joven.
Fuera de Argelia, ha estado involucrado en algunos de los conflictos internacionales más ásperos.
Durante siete años como subsecretario general de la Liga Arabe, Brahimi fue enviado especial de la organización para mediar el fin de la guerra civil del Líbano. Hubo varios intentos fallidos por poner fin a la lucha, dijo, pero logró negociar un cese de fuego el 24 de septiembre de 1989 que finalmente cuajó, lo que condujo al acuerdo de Taif que puso fin al conflicto de 15 años. Fue a Sudáfrica hacia fines del régimen de segregación racial que a la larga vio la elección de Nelson Mandela.
Brahimi trabajó en Afganistán durante y después de la caída del Talibán. Y negoció un gobierno interino en Irak después que Estados Unidos derrocó a Saddam Hussein.