Donald Trump necesita demostrar a los electores que tiene la experiencia y entereza política para ser comandante en jefe. Hillary Clinton necesita un momento para conectar con los estadounidenses que dudan si es de confianza.
En un año electoral que ha puesto de cabeza las convencionalidades políticas, la mejor oportunidad de los candidatos para superar sus debilidades llegará en los foros de campaña más tradicionales: un debate de 90 minutos que se realizará el lunes en la noche en hora estelar desde la Universidad Hofstra en Hempstead, Nueva York.
Las dos campañas prevén una audiencia récord para este importante debate, el cual podría cambiar la balanza en una ajustada contienda por la Casa Blanca.
Clinton será la primera mujer candidata en subir al escenario para un debate presidencial. Trump lleva años en las pantallas de los televidentes como anfitrión de reality shows, pero todavía puede causar ruido verlo en los peldaños altos de la política.
A seis semanas de las elecciones del 8 de noviembre y mientras algunos ya comenzaron a votar, el debate inaugural es una de las pocas oportunidades que quedan para que los candidatos motiven a sus partidarios y convenzan a los indecisos. De acuerdo con un sondeo de Associated Press-Gfk, más de 85% de los posibles votantes ya están convencidos por quién votar, mientras que 13% no se ha decidido.
La preparación de los candidatos es un microcosmos de sus fuertes diferencias en política y, presumiblemente, la presidencia.
La demócrata ha pasado semanas reunida con un equipo de asesores, pasando días enteros de la campaña leyendo reportes y ensayando debates para rebatir a Trump.
Por su parte, el laxo método del empresario republicano es potencialmente arriesgado dado que él es nuevo en muchos de los temas políticos que seguramente surgirán en el debate. Sus asesores dicen que lo compensará siendo rápido y destacando su pericia para responder bajo presión.
Clinton ha debatido más de 30 veces a nivel presidencial, incluyendo uno cara a cara con el presidente Barack Obama en 2008 y el senador por Vermont Bernie Sanders en 2012. Pero será el primero contra un candidato de un partido opositor, que según los demócratas, le da a ella mucho más latitud para mostrar un contraste y defenderse.
Trump tuvo un historial disparejo en los debates republicanos. Algunas veces dominaba y otras veces quedaba opacado.