
Si eres de los que alguna vez has tenido al menos un perro como mascota, sabrás el fuerte vínculo que se logra crear. El amor incondicional de estos animales es algo increíble, por lo que nos encariñamos con facilidad.
Pero, hay quienes no comprenden mucho de esto. Estos son los impertinentes que seguramente te han soltado alguna de las siguientes frases. ¿Cuál te suena familiar?
¿Por qué no lo amarras?
¡Espera! ¿De quién es la casa y el perro?... Entonces si a mí no me molesta tenerlo suelto ¿Por qué amarrarlo? Aparte, es una crueldad.
Tu casa está llena de pelos
Sí ¿Y? ¿Me vas a ayudar a limpiarla? Si tu respuesta es no, entonces mejor no opines.
¿No te has dado cuenta de que gastas mucho en tu perro?
Pregunta… ¿Con cuánto me ayudas tú? Ah okey… Entonces yo me gasto mi dinero con quien yo decida.
Si tu perro está enfermo ¿Por qué no lo duermes?
¡NO! ¿Quién paga el veterinario? ¿Tú o yo? Jamás lo voy a mandar a dormir… Haré lo posible porque mejore ¡Comprende!
¿No te da asco que te lama?
Pues, no. Me gusta, es la manera en que él me expresa su amor. ¿Te afecta?
No es saludable que tu perro se suba a la cama
¡Alto ahí! Quien decide quien se sube a la cama o no soy yo y punto. Yo me aseguro de bañarlo y que huela bien.
¡Es solo un animal!
Para ti será solo un perro. Para mí es mucho más que eso, mi mejor amigo, mi compañía fiel, el que siempre me saluda sin importar lo que suceda.