Los bosques de manglares de Panamá sufrieron destrucciones de hasta el 70 % entre 2015 y 2016, cuando el fenómeno meteorológico denominado El Niño provocó la peor sequía en 100 años, reveló este jueves un grupo de expertos.
"Los manglares son árboles halófilos, que aguantan la salinidad. Pero el año pasado, debido a la falta de lluvias, la evapotranspiración fue enorme y la concentración de sal en la superficie se disparó", explicó el investigador de la Secretaria Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt) Omar López.
La destrucción fue especialmente severa en la costa del Pacífico, directamente en la Bahía de Panamá y en los bosques de manglares cercanos a la capital. Mientras que en otras zonas del país las pérdidas no llegaron al 20 %, detalló el experto gubernamental a Efe.
"El pasado domingo, medimos la salinidad del suelo de los manglares de Juan Díaz, en la Bahía de Panamá, y descubrimos que es el doble de la que encontramos en el agua de mar. Esto quiere decir que en verano esa concentración salina se va a disparar tanto que no va a haber planta que lo aguante", alertó López.
Medio centenar de científicos de distintas instituciones panameñas e internacionales se congregaron durante toda la semana en la capital en un taller organizado a petición del Ministerio de Ambiente para discutir sobre los daños ocasionados el año pasado en estos ecosistemas, que también se conocen como bosques azules.
La especialista en medición de carbono del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) Tania Romero, quien sobrevoló el país para certificar el estado de estos bosques tropicales, indicó a Efe que El Niño afectó a los manglares de todo el Pacífico, incluido Australia, aunque en Panamá la destrucción fue más potente.
Romero afirmó que esto puede deberse a la huella humana y al exceso de relleno en ciertas zonas del litoral con gran desarrollo inmobiliario.
"Panamá le ha dado la espalda a uno de sus mayores recursos y ha elaborado pocas políticas para proteger estos ecosistemas, que tienen una gran particularidad: su capacidad excepcional para captar y almacenar dióxido de carbono y contribuir a la mitigación de las emisiones", denunció la científica del PNUD.
Los manglares ocupan solo el 1 % de la superficie total de los bosques tropicales de todo el mundo, pero absorben hasta cinco veces más de dióxido de carbono que almacenan en sus hojas, en sus troncos, en sus raíces y principalmente en el suelo.
Estos bosques, además, juegan un papel fundamental en el ciclo de vida de algunos peces o crustáceos y protegen a la costa de la erosión de las olas y las tormentas.
Panamá, con cerca de 180.000 hectáreas de manglares, es uno de los países de Centroamérica que tiene más bosques azules, pero desde los años 70 ha perdido más del 50 % de los mismos.
El investigador de la Fundación Ciudad del Saber Guillermo Castro aseguró, por su parte, que los manglares eran muy apreciados por las sociedades precolombinas, pero la introducción de la ganadería hace cinco siglos provocó que la sabana se convirtiera en el ecosistema principal y que los manglares empezaran a ser percibidos como "inútiles" para la actividad humana.
"Se sigue teniendo la percepción de que los manglares son poco productivos y deben ser sustituidos por inversión inmobiliaria o por piscinas para el cultivo de camarones. Es importante concienciar a la sociedad de que, gracias a sus beneficios ambientales, un manglar es mucho más valioso que cualquier hotel construido mediante un relleno de tierra", declaró Castro.
FUENTE: EFE