Los cariocas siguieron agitando el martes las calles de Rio de Janeiro con sus "blocos" de carnaval, incluso con uno convocado por evangélicos, después de los desfiles de las escuelas de samba que tuvieron una marcada tonalidad de crítica política.
Ochenta blocos, o comparsas, con miles e incluso decenas de miles de personas se desplazaron por la ciudad en la última de tres semanas de música, algarabía, disfraces, cervezas y sensualidad, contrastando con un entorno cotidiano de violencia, corrupción y crisis económica en todo Brasil.
Entre los destaques del martes, figuraron el "Bloco de las Carmelitas", en el tradicional barrio de Santa Teresa, que consagró sus "enredos" (temas) a la intolerancia, en un país con una derecha evangélica en plena cruzada contra métodos educativos y expresiones artísticas consideradas ofensivas por sus fieles.
"Ofrezca su alegría, hermano/ Universal es mi carnaval/ Pero fíjese, qué herejía/ Tanta iglesia y solo una panadería", dice su enredo, en una alusión al alcalde evangélico de Rio, Marcelo Crivella, un exobispo de la Iglesia Universal del Reino de Dios.
No muy lejos, en la playa de Flamengo, unas 1.500 personas participaron precisamente en un bloco evangélico, "Mocidade Dependente de Deus", que trata de canalizar la energía desbordante de la "Cidade Maravilhosa" en estos días hacia objetivos menos terrestres que los de la fiesta de todas las tentaciones.
Su enredo, "Favor alcanzado", rezaba: "Ven a alegrarte con nosotros / Jesús te ama, tu vida quiere cambiar".
"Queremos que no solo el carnaval sea de alegría, queremos transmitir la alegría continua de Jesús todos los días", explicó el pastor Paulo Roberto.
Crivella, después de muchos remilgos, acabó participando este año en la ceremonia de entrega de las llaves de la ciudad al Rey Momo, la inauguración de los festejos que atrajeron a 1,5 millones de turistas y se calcula que generarán cerca de mil millones de dólares en un estado al borde de la bancarrota.
Pero el alcalde, que recortó los subsidios a "la mayor fiesta del mundo", volvió a ningunear, como el año pasado, a los desfiles del Sambódromo viajando a Europa.
Eso no le salvó de ser uno de los blancos favoritos de los 72.000 espectadores que asistieron durante dos noches a las deslumbrantes procesiones.
Una escuela, Mangueira, tituló su enredo "Con dinero o sin dinero me divierto", colgó en una de sus carrozas una figura de Crivella con una soga al cuello como un Judas en algunas procesiones de Semana Santa y proclamó provocadoramente: "Pecado es no divertirse en carnaval".
Otras "escolas" apuntaron contra la corrupción y contra las reformas promercado del presidente Michel Temer, identificado en un desfile con un vampiro, en el que será probablemente recordado como uno de los carnavales más politizados de Rio.
FUENTE: AFP