MIAMI ( AFP ) La disputa del título de la NBA de este año entre el Heat y Oklahoma City Thunder está rebosante del glamour de las grandes pasarelas y las alfombras rojas, que suelen abundar en Miami como las lluvias de verano o los lagartos en los Everglades.
La ciudad vive su tercera final de la NBA con su típica ambivalencia entre lo fastuoso y lo ordinario.
Un estadio de béisbol superlujoso y futurista al borde de un barrio deprimido llamado 'Little Haití'; una limosina o un lujoso Lamborgini trabados en el tráfico de hora pico junto a una carcacha despintada que va dejando un rastro de humo como el dragón del Señor de los Anillos.
Y es que de anillos va todo este trajín. De anillos de la NBA que luego son ostentados en fiestas con champán Dom Pérignon etiqueta blanca a 40.000 dólares la botella, en el condominio al borde del mar que construyó el pelipintado Donald Trump en Miami Beach.
La misma Miami Beach a la que escapan la mayoría de poco más de 1.000 periodistas acreditados para relajar con unos mojitos la presión antes y después de los partidos, un después que suele alargarse más allá de la húmeda medianoche miamense.
Esta final NBA ha superado los ratings televisivos más optimistas de los últimos 10 años, con el raro manjar de enfrentar en una misma cancha al Jugador Más Valioso de las últimas tres temporadas, LeBron James, con el líder anotador de las tres campañas más recientes, Kevin Durant.
En fin, una final entre millonarios, para millones de aspirantes a cuentas de siete dígitos, que sueñan con pegarle al gordo de la loto y estar en primera fila para la siguiente temporada del Heat.
Miami es una pasarela permanente para la gente del 'jet set', y como los de la NBA no quieren quedarse atrás en este mundo del buen vestir, Lebron y sus amigos Chris Bosh y Dwyane Wade han contratado estilistas personales que cuidan de su 'look'.
Los tres 'fashionistas' -una palabra imprescindible si se quiere ser alguien en Miami- van dando un avance de las últimas novedades para el invierno: un sofisticado look de trajes elegantes, corbatas estrechas y zapatos de dos tonos, a combinación con el pañuelo sobresaliendo en la solapa.
Y el imprescindible complemento en la nariz de una gafas 'Merrick' de pasta negra, diseñadas por el brasileño Edward Beiner.
Una moda retro que muchos en Miami ya comienzan a imitar, y otro jugadores de la Liga tratan de copiar.
Russell Westbrook, una de las estrellas de Oklahoma City, suele ir a las ruedas de prensa usando coloridas gafas de pasta, sin cristales, complementadas con camisas rosas, pantalones azul y zapatos coloridos.
El orden de los colores en las prendas no altera el producto final, pero tal vez el chico tenga que acudir de urgencia en busca de un estilista, o de un oculista para su evidente daltonismo.
Sacando partido a su nueva imagen, LeBron abrió su propia tienda de ropa en el lujoso Aventura Mall del norte de Miami Beach, donde vende desde los tenis Nike LeBron 9, camisetas de su propia marca, hasta las bandas blanca que usa en la cabeza.
Por estos días, las canchas callejeras de Miami están repletas de jóvenes basquetbolistas con bandas, camisetas y pantaloncillos LB y gafas de pasta para estar en onda.