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Alemania recuerda construcción del Muro de Berlín 50 años después

Berlín ( EFE ). Alemania comenzó hoy a conmemorar, en una semana cuajada de homenajes, debates y exposiciones, el 50 aniversario de la construcción del Muro de Berlín, el símbolo de la Guerra Fría que, tras su caída, aún divide a los berlineses.

Un homenaje a las víctimas de la división, una visita guiada por Bernauerstrasse -la calle berlinesa que simboliza la partición de la ciudad-, una mesa redonda y un atrevido show de ficción política configuraron el pistoletazo de salida de los actos conmemorativos.

El alcalde de Berlín, el socialdemócrata Klaus Wowereit, inauguró esta mañana un monumento en recuerdo a las víctimas del Muro en Teltow, localidad próxima a Berlín y un punto en el que al menos 20 fugitivos de la República Democrática Alemana (RDA) fueron abatidos.

El cincuenta aniversario de la construcción del Muro, señaló Wowereit, " es una ocasión especialmente adec uada" para recordar a " aquellos que fueron asesinados " al intentar cruzarlo, al menos 136 personas, según la cifra oficial.

Además, en los próximos están previstos decenas de actos, como exposiciones fotográficas, representaciones teatrales, vigilias nocturnas de conmemoración y sesiones cinematográficas temáticas.

En este programa destaca el homenaje que rendirán el mismo 13 de agosto, cincuenta años después de que la RDA cerrase su frontera, el presidente alemán, Christian Wulff, y la canciller, Angela Merkel, en el monumento en recuerdo a las víctimas de la Bernauerstrasse.

Uno de los actos será la entrega al excanciller Helmut Kohl (1982-1998), conocido como el " canciller de la Unificación ", de un segmento original del Muro de 3,6 metros de alto y 2,7 toneladas de peso.

La entrega, auspiciada por el popular periódico "Bild", se hará mañana en el jardín de la residencia familiar del excanciller, donde quedará instalado el bloque del muro, en Ludwigshafen (oeste del país).

Hasta los servicios secretos germanos (BND) se han sumado de alguna forma a la conmemoración con la publicación de unos 5,000 documentos secretos sobre el Muro, fechados en los años y meses previos a que empezase su construcción.

La ciudad de Berlín, ha organizado a conciencia esta avalancha de iniciativas, públicas o privadas, en la que, según Wowereit, no va a haber " sitio para la nostalgia o la comprensión ", ya que el Muro de Berlín " fue y es un símbolo de la política inhumana y dictatorial ".

No obstante, una frontera invisible sigue cruzando Berlín 22 años después de la caída del Muro, según un estudio demoscópico.

Una reciente encuesta del instituto Forsa para el rotativo local "Berliner Zeitung" apuntó que más de un tercio de los habitantes de la actual capital consideran que la decisión de levantar el Muro, allá en 1961, fue " acertada ".

Entre los antiguos ciudadanos del Berlín oriental el porcentaje de los que piensan así asciende al 59 por ciento; mientras que entre los antiguos habitantes del Oeste sólo lo apoyan el 31 por ciento.

El comentarista alemán Marco Krefting señaló la pasada semana que el Muro se levantó y cayó " de la noche a la mañana ", pero que " en la cabeza de las personas sigue en pie ".

" Los alemanes del este y el oeste han encontrado pocos puntos en común ", afirmó, añadiendo que unos y otros siguen considerándose "ossis" y "wessis", como se denomina algo despectivamente a los antiguos alemanes orientales y occidentales, respectivamente.

Las diferencias afectan también al plano económico: los estados federados de la antigua RDA son significativamente más pobres que los del oeste y su tasa de desempleo dobla al del resto del país.

Sin embargo, los expertos consideran que esa línea divisoria invisible de Berlín se está desdibujando con el paso del tiempo, por el cambio generacional y la llegada de nuevos habitantes.

Así, el estudio demoscópico de Forsa agregaba que la gran mayoría de quienes han llegado a la ciudad tras la caída del Muro, un 75 por ciento, desaprueban su construcción.

Por su parte, el historiador de la Universidad Libre de Berlín Klaus Schroeder asegura en su último libro, "La nueva Alemania", que para los jóvenes alemanes la división del país "ya no es un tema", comparten menos las opiniones de sus mayores y tachan al régimen del este de dictatorial.

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