Además de las más que anunciadas elecciones presidenciales, Estados Unidos celebrará en noviembre comicios legislativos, una pugna en la que todos los ojos estarán puestos en la posibilidad de que los demócratas recuperen el control del Senado, que perdieron en 2014.
Tras la derrota de hace dos años, en la que por primera vez durante el mandato de Barack Obama los republicanos alcanzaron la mayoría en las dos cámaras del Congreso, es fundamental para los demócratas recuperar la Cámara Alta para poder contrarrestar a los conservadores, de aplastante mayoría en la Cámara de Representantes.
Así, en los comicios legislativos que se celebrarán en la misma jornada electoral presidencial, el 8 de noviembre, se someterá a votación un tercio de los cien asientos del Senado (34), además de la totalidad de los 435 que componen la Cámara Baja.
El Partido Republicano tendrá que defender la mayoría que le otorgan los 54 escaños que posee en la Cámara Alta, por los 44 de los demócratas -más dos independientes-, mientras resulta muy improbable que pierdan los más de 30 asientos de ventaja que tienen en la Cámara Baja.
Por otra parte, aunque sería muy difícil para el Partido Demócrata hacerse con el control de la Cámara de Representantes en este ciclo electoral, todavía pueden aspirar a reducir la amplia ventaja de la que gozan los republicanos, la mayor desde 1928.
En las legislativas de 2014, la geografía y los números jugaban a favor de los republicanos en la batalla por el Senado, ya que las contiendas electorales se libraron en Estados eminentemente conservadores donde los demócratas, aupados por el efecto Obama, habían obtenido victorias seis años atrás.
El hecho de que 2016 sea año de elecciones presidenciales podría ayudar también a los candidatos demócratas, ya que en la última década siempre han logrado avances en ambas cámaras cuando los comicios coincidían con la carrera a la Casa Blanca, obteniendo resultados negativos en las llamadas legislativas de "medio mandato".
Muchos analistas coinciden, por tanto, en que de no recuperar el Senado este noviembre, los demócratas no serán capaces de hacerlo hasta, al menos, 2020.
Esta vez la distribución puede ser más favorable para ellos, aunque entre los senadores que abandonan sus escaños y no buscarán la reelección se encuentran pesos pesados del partido como el líder de la minoría, Harry Reid, o la histórica senadora por Maryland Barbara Mikulski.
De los 34 escaños en juego, 24 corresponden actualmente a republicanos, frente a 10 demócratas, por lo que serán los conservadores quienes tengan que defender los cinco asientos de diferencia que ahora les otorga el control legislativo.
Entre los republicanos destaca la vacante que deja el ex aspirante a la Presidencia Marco Rubio, quien al anunciar su candidatura a la Casa Blanca renunció a continuar en la Cámara Alta por Florida después de noviembre, un cargo que ocupaba desde 2010.
Otra de las batallas más interesantes se dirimirá en el Estado de Iowa, donde el senador republicano Chuck Grassley pretende ser reelegido, pero se encuentra bajo fuertes críticas por ser el rostro del bloqueo a la nominación del nuevo juez del Tribunal Supremo, Merrick Garland.
Es precisamente este uno de los asuntos por los que las elecciones al Senado resultan de mayor interés, ya que dependiendo de los resultados, la confirmación del juez, que para los demócratas resulta urgente, puede resolverse con mayor o menor celeridad.
Los republicanos se niegan a confirmar a Garland, quien sustituiría al fallecido Antonin Scalia, al considerar que debe ser el próximo presidente del país quien escoja este cargo vitalicio.
Además de los comicios legislativos y presidenciales, un total de 1.210 de los 1.972 escaños de los senados estatales que hay en todo el país también son sometidos al juicio de los ciudadanos, así como 4.710 de los 5.411 asientos de las cámaras bajas.
FUENTE: EFE