Orgullosa, Regina Coeli se engalana con una espectacular corona de plumas verdes y naranjas. Se prepara para desfilar en una "escola" de un pueblo del interior de Brasil, con el material de "lujo" que el Carnaval de Río desechó tras un único uso.
Lo reutilizan todo: "Algunos disfraces se pueden usar enteros, lo que no podemos usar, lo desarmamos, lavamos las telas, retiramos las piedras y hacemos otros disfraces", explica esta profesora jubilada, de 75 años, en el galpón de su casa convertido en un bullicioso taller.
Capim Branco, con 10.000 habitantes, celebrará el carnaval el domingo y el lunes, con unos 150 participantes -frente a 30.000 en el Sambódromo-, pero con el 80% del material reciclado de Rio. Coeli, de 59 años, se prueba un alegórico disfraz a tono con su corona, marcado por el naranja y el dorado y los flecos que dan vuelo a una capa de unos dos metros de anchura.
"Es el lujo de la basura", afirma esta profesora de arte, empleando un juego de palabras en portugués: "O luxo do lixo". "Todo está hecho con tanto esmero (...) El resultado es sensacional ¡No deja nada que desear!", agrega.
Disfraces de carnaval: labor de reciclaje
Entre costureros, maquilladores y ayudantes de diversos oficios, unos 15 voluntarios protagonizan el trajín del taller, que este año vuelve a funcionar a todo gas después de que el alcalde de Capim Branco suspendiera los desfiles en 2017. En medio de este regocijo visual, destaca una espléndida máscara plateada con onerosas plumas naturales o un vestido rosa abombado adornado con deslumbrantes banderolas.
"Estos disfraces tienen un valor inestimable para nosotros y para el medio ambiente también porque aprovechamos y reaprovechamos", explica la presidenta de la "escola" ESUCAB, de Capim Branco.
Aunque las grandes escuelas de samba de Rio recuperan parte de su trabajo, es difícil controlar que todas las prendas vuelvan a sus galpones. Lo que acaba en la calle tras el desfile es recuperado por terceros o se lo llevan los basureros junto a las montañas de latas, botellas y otros desperdicios que genera la fiesta.
"El primer año que fuimos al Sambódromo, vimos un camión de la basura que directamente trituraba los disfraces", recuerda Souza.
El método de su equipo es simple: "Llegamos, ponemos una lona en el suelo y en un muro escribimos 'La escuela de samba de Capim Branco agradece su donación".
FUENTE: AFP