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Colombiano Martínez pierde oro, pero afirma: "hice historia"

RIO DE JANEIRO (AP) — El oro le fue esquivo, pero Yurberjen Martínez se lleva una medalla de plata con un valor inmenso: la primera presea de ese metal para Colombia en el boxeo olímpico y el fruto de un colosal esfuerzo de superación desde su niñez.

Martínez, de 24 años, no pudo descifrar al zurdo uzbeco Hasanboy Dusmatov y perdió por decisión unánime 3-0 en la final de los pesos minimosca (-49 kilogramos).

"Fue un contrincante que supo hacer las cosas con inteligencia; me superó y nada", aceptó Martínez en la rueda de prensa, luciendo su plata en el pecho y con un sombrero colombiano puesto. "Hoy doy un paso histórico; a partir de hoy la vida ha cambiado para mí".

El bronce en esta categoría lo compartieron el estadounidense Nico Hernández y el cubano Joahnys Argilagos, actual campeón mundial de la categoría y a quien Martínez venció en semifinales.

Nadie daba nada por el "Tremendo" Martínez en Río de Janeiro, pero el muchacho oriundo de una zona selvática y plagada por la violencia armada y el narcotráfico en su natal Colombia alcanzó la final dejando en el camino a rivales más renombrados y con más roce internacional.

El domingo, en su último paso para alcanzar lo más alto del podio, no pudo ser esa máquina de lanzar golpes que lo llevó hacia estas instancias. Ante el uzbeco, jamás encontró el camino para armar sus ataques, pese al aliento estruendoso que recibió durante toda la pelea por una barra que pintó de amarillo las tribunas.

Tras la decisión de los jueces, Martínez asintió con la cabeza. Sabía que había perdido.

Pero al mismo tiempo estaba claro que se había metido en una instancia en Río que le aseguraba un lugar en Colombia y que le garantizaba un reconocimiento en efectivo en su país, que le servirá para ayudar a su familia.

Martínez nació en un poblado de la región selvática de Urabá, fronteriza con Panamá, en un hogar pobre, y desde adolescente debió trabajar después de que su papá Juan se lesionó la cintura.

A fin de llevar el sustento a sus padres y cinco hermanos, el "Tremendo" tuvo que hacer de mecánico de bicicleta, cargador de bloques de cemento en una ferretería y "palero" para abrir túneles que permitiesen el riego de sembrados en una hacienda.

"Me tocó ser padre, madre; me tocó muy duro", dijo el pugilista, y se soltó en lágrimas.

Al iniciarse en el boxeo también debió vencer otro obstáculo: sus padres comenzaron a dedicarse a la religión evangélica y le pidieron que no se metiese a un deporte tan rudo y en que tenía que golpear a sus rivales.

"Practiqué a escondidas de mi padre y me quedó gustando", señaló Martínez.

Ahora con la medalla de plata en el deporte de los puños y que le garantiza un premio en efectivo por parte de las autoridades olímpicas de su país, dijo que piensa comprarle una casa a su mamá María, quien aún vive en Chigorodó —departamento de Antioquia— en la subregión del Urabá.

¿Y le alcanzará la plata para eso?

"Sí", respondió. "Y voy para adelante, a seguir haciendo historia".