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Desastre de aerolínea rusa podría beneficiar a Putin

Cualquiera que haya sido la causa del desastre en el que perecieron todos los ocupantes del avión de una aerolínea rusa que cayó sobre la península del Sinaí, en Egipto, la respuesta es probable que golpee con dureza a Rusia — pero no al presidente Vladimir Putin.

No hay indicios de causa de fuerza mayor, como el mal tiempo, un acto terrorista o un fallo mecánica como principales hipótesis para la tragedia. Sea cual sea la respuesta, podría afectar a nueva autoestima de Rusia, pero también podría servirle a Putin para avanzar en sus objetivos y reforzar su poder.

Desde que el Airbus A321-200 de la aerolínea rusa Metrojet, en el que viajaban 224 personas, cayó en el Sinaí el 31 de octubre, las autoridades rusas se han abstenido de hacer conjeturas sobre las posibles causas de la tragedia y reprendieron a los medios que lo hicieron. La mayoría de las víctimas eran turistas rusos.

Sin embargo, la súbita decisión de Rusia el viernes de suspender los vuelos a todos los destinos en Egipto —medida que refleja las preocupaciones sobre la seguridad aeroportuaria en el país — deja entrever que la principal sospecha de las autoridades es que una bomba fue introducida en el aparato antes de que despegara de la localidad turística de Sharm el-Sheikh, en el mar Rojo.

Una facción local del grupo extremista Estado Islámico dijo haber derribado el avión en represalia por los ataques aéreos que Moscú comenzó a lanzar en septiembre contra sus posiciones en Siria.

La posibilidad de un fallo técnico del avión, que sufrió daños en la cola en un accidente en 2001 perdió fuerza pero no está del todo descartada.

La caída del aparato ha provocado una ola nacional de dolor y angustia y, si se demuestra que fue un acto de terrorismo, muchos rusos podrían reconsiderar la conveniencia de los ataques aéreos de Moscú en Siria contra los rivales del gobierno del presidente Bashar Assad, entre ellos el autoproclamado Estado Islámico.

El apoyo popular a Putin alcanzó su nivel más alto, casi el 90%, tras el inicio de los ataques aéreos en Siria en septiembre, según la encuestadora estatal VTsIOM. Esa popularidad podría erosionarse de confirmarse que la tragedia se debió a una bomba.

"El pueblo debería haber sabido que estábamos asumiendo un riesgo colosal. Hoy en día es algo obvio, que de alguna manera no lo era hace un mes", dijo el analista Gleb Pavlovsky, ex asesor político del Kremlin, en declaraciones al periódico digital Gazeta.

Sin embargo, aunque esas preocupaciones pudieran ser sólidas, es muy improbable que adquieran la inercia suficiente como para poner en peligro las políticas de Putin o su permanencia en el poder.

"Las dudas podrían surgir: '¿Necesitamos en verdad estar allí? ¿Qué estamos haciendo allí?' (...) No son catastróficas para el gobierno pero tampoco agradables", dijo a The Associated Press, Alexei Makarkir, del Centro para Tecnologías Políticas, con sede en Moscú.

La demostración de que se trató de un ataque terrorista contra un avión repleto de turistas rusos podría ser un traumático recordatorio de la vulnerabilidad que sienten ante el terrorismo relacionado con las guerras en Chechenia, como los atentados perpetrados por suicidas contra dos aviones en una sola noche en 2004.