Texas condenó a mucho menos prisioneros a muerte en 2015, su cifra más baja de reos con este castigo desde que la Corte Suprema del país respaldó el estatuto de pena capital del estado hace casi cuatro décadas, según un grupo que se opone a su aplicación.
Tres asesinos convictos fueron sentenciados a muerte este año, de acuerdo a la Texas Coalition to Abolish the Death Penalty (Coalición de Texas para Abolir la Pena de Muerte). El año pasado hubo 11 nuevas condenas de este tipo en Texas, el estado con más ejecuciones en el país. Esa cifra representó la mayor cantidad desde que se emitieron 12 penas capitales en 2008.
El declive es reflejo de una menor tasa de asesinatos y el efecto de cambios recientes a las leyes de sentencia, que les han dado a los jurados la opción de cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional en casos de pena capital. El escrutinio legal en los casos de condena a muerte también se ha intensificado, y las pruebas de ADN han desempeñado un papel más destacado.
En un resumen anual dado a conocer el miércoles, la organización texana también señaló que 2015 es el primer año desde 1976 en que los jurados en los tres condados más poblados del estado —Harris, Dallas y Tarrant— no condenaron prisioneros a muerte.
En los condados vecinos de Dallas y Tarrant, este año los fiscales no buscaron la pena de muerte en ningún caso de homicidio. Un jurado en el condado de Harris eligió la posibilidad de cadena perpetua sin libertad condicional como pena en uno de los casos en los que la fiscalía buscaba la sentencia de muerte. Fue uno de cuatro casos este año en el estado en el que el jurado decidió perpetuidad en prisión en lugar de la pena capital para un asesino declarado culpable del homicidio más grave.
"Durante los últimos 15 años, el uso de la pena de muerte ha caído de manera significativa en Texas, en un reflejo de la tendencia nacional", dijo Kristin Houle, directora general de la coalición con sede en Austin. "Texas pasó de una cifra máxima de 48 sentencias de muerte en 1999 a tener el menor número que se haya registrado".
Desde 1993, cuando 315 internos fueron sentenciados a muerte en todo el país, siete estados han abolido la pena capital, con lo que quedan 31 que sí la aplican.
Estadísticas citadas por la organización texana revelan que casi 60% de los nuevos condenados a muerte en Texas durante los últimos cinco años eran de raza negra. Pero de los tres nuevos sentenciados a morir en 2015, ninguno era negro, el primer año desde que se reafirmó la pena de muerte en que no se le aplica el máximo castigo a ninguna persona de esta raza en Texas.
Jurados del condado de Harris sí volvieron a condenar a muerte a un asesino tras un segundo juicio luego de que la Corte Suprema anulara su pena capital de 1991.
Algunos estados se han visto obligados a posponer ejecuciones debido a la dificultad para encontrar proveedores de los fármacos utilizados en la inyección letal. Texas no es uno de ellos, y ejecutó a 13 prisioneros, un aumento de dos con respecto a 2014, lo que representa casi la mitad de las 28 ejecuciones que se realizaron a nivel nacional en seis estados. Missouri fue segundo con seis condenados a morir.
Se pospusieron las ejecuciones de al menos seis internos de Texas para los primeros meses de 2016, incluidos dos a realizarse en enero.
A lo largo de 10 años desde el 2000, cuando se realizaron un récord de 40 ejecuciones, Texas promedió casi 25 inyecciones letales al año. Durante la última década, el promedio se ha reducido a casi 18 ejecuciones anuales.