En su esfuerzo por recuperar el control de sus mensajes, la Casa Blanca ha reducido sus ruedas de prensa, redirigido preguntas acerca de la investigación sobre Rusia a un abogado externo y planificado una importante presentación de proyectos legislativos para esta semana.
Pero mientras el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tenga un smartphone, ninguna estrategia de la Casa Blanca está a salvo.
Amanecía el lunes cuando Trump trastocó los cuidadosos planes con una serie de declaraciones provocadoras en Twitter. Criticó a su propio Departamento de Justicia por la estrategia legal en defensa de sus restricciones de inmigración, lo que podría crear nuevos quebraderos de cabeza mientras su gobierno busca el apoyo de la Corte Suprema para el decreto.
Además, el presidente renovó sus críticas al alcalde de Londres, una ciudad que se recupera de un ataque con un vehículo y armas blancas que dejó siete muertos el pasado fin de semana.
“En lo que se refiere a que hay un proceso para tomar decisiones y comunicarlas, parece ignorarlo la mayoría de las veces”, señaló Alex Conant, asesor destacado de la fallida campaña a la presidencia del senador Marco Rubio.
En efecto, el estilo improvisado e indisciplinado del presidente ha hecho casi imposible que la Casa Blanca se reagrupe, tras semanas de dañinos reportes sobre posibles lazos entre la campaña de Trump y Rusia, así como por la persistente especulación sobre caos y conflictos internos. La crisis alcanzará un hito el jueves con la declaración del despedido exdirector del FBI, James Comey, en el Capitolio.
Los esfuerzos para crear una “sala de guerra” llena de colaboradores de la campaña y abogados de alto nivel parece haberse estancado. Tres personas familiarizadas con el asunto dijeron que el proceso ha tropezado con una falta de decisiones en la Ala Oeste sobre cómo proceder, así como por reparos de algunas de las personas a las que el gobierno esperaba reclutar a la hora de servir a un presidente que sigue trabajando a su estilo.
“Cualquiera con experiencia en prensa ve esto y teme que no haya un camino al éxito”, dijo Sara Fagen, ex directora política de la Casa Blanca con George W. Bush.
Incluso George Conway, esposo de la asesora de la Casa Blanca Kellyanne Conway, pareció dar voz a estas frustraciones el lunes. Empleando una de las expresiones favoritas de Trump, Conway escribió en Twitter que el comentario del presidente sobre las restricciones migratorias no ayudará al gobierno a conseguir votos en el Supremo, “que es lo que importa en realidad. Triste”.
Conway confirmó a The Associated Press que el tuit era auténtico. Hizo ese comentario unos días después de anunciar que retiraba su candidatura a un importante puesto en el Departamento de Justicia.
Su esposa adoptó una postura diferente. Durante una aparición el lunes por la mañana en Today Show, Kellyanne Conway, condenó la “obsesión” de los medios con “cubrir todo lo que dice en Twitter y muy poco de lo que hace como presidente”.
Los partidarios de Trump han defendido desde hace tiempo sus tuits y otras declaraciones sin filtro como una ventaja sin igual. Sin embargo, ahora algunos aliados piden cautela ante las cuestiones legales que sobrevuelan la Casa Blanca.
“Mi opinión personal es que debería haber un proceso de revisión debido a la sensibilidad de muchos de ellos”, dijo Chris Ruddy, viejo amigo de Trump y director general del medio conservador Newsmax.
La portavoz de la Casa Blanca Sarah Huckabee Sanders dijo el lunes que hasta donde ella sabía, los tuits del presidente no estaban siendo revisados por abogados antes de su publicación.
Por su parte, el director de asuntos legislativos de la Casa Blanca, Marc Short, insistió en que los esfuerzos del presidente eran “a menudo muy efectivos” y añadió que Trump fue elegido porque los votantes querían un candidato inconformista que cambiara la cultura de Washington.
“Así que quizá no tenga un estilo convencional al hacerlo, pero muchos de sus esfuerzos son de gran ayuda para nosotros para completar nuestra legislación”, dijo Short.
Dentro de los esfuerzos del gobierno por retomar el rumbo, Sanders ha adoptado un papel más visible en las ruedas de prensa diarias en lugar del secretario de prensa, Sean Spicer, que ha alcanzado la fama internacional por sus interacciones a menudo combativas con los periodistas.
Aunque Spicer apareció en la sala de prensa la semana pasada, sus intervenciones fueron breves, incluida una sesión de preguntas y respuestas de 12 minutos que la Casa Blanca no permitió emitir por televisión.
Sanders subió al atril el lunes y pareció reconocer por primera vez que Spicer será una presencia menos habitual ante la cámara.
“Está asumiendo algunas tareas adicionales en este momento”, dijo. “Hay muchas exigencias en su agenda, especialmente dado que no hay un director de comunicaciones”.
Mike Dubke renunció el mes pasado a su cargo de director de comunicaciones y el viernes fue su último día en la Casa Blanca. Por el momento no ha sido sustituido.
La Casa Blanca ha tomado una decisión expresa de evitar las preguntas sobre las pesquisas de Rusia, derivando las consultas a Marc Kasowitz, abogado externo del presidente. Por el momento, Kasowitz no ha hecho comentarios sobre las investigaciones, dejando esas preguntas sin respuesta.
Tres altos cargos del gobierno _el secretario general de la Casa Blanca, Reince Priebus; el estratega jefe Steve Bannon y el asesor Jared Kushner_ han intentado hacer planes para crear una “sala de guerra” para responder a la oleada de revelaciones sobre las investigaciones del congreso y el FBI. Entre las personas consideradas para formar ese equipo estaban tanto Corey Lewandowski, exdirector de campaña de Trump, como David Bossie, otro excolaborador de campaña, pero parece improbable que ninguno de los dos tenga planes de unirse oficialmente al gobierno.
La sombra de la investigación _precisamente de lo que debería ocuparse ese gabinete_ ha puesto en una posición incómoda a algunos de los partidarios y posibles defensores de Trump. Un activo partidario del presidente dijo que si bien está dispuesto a defender a Trump contra las acusaciones públicas de Comey o de los demócratas, estaba menos cómodo opinando sobre las acusaciones concretas sobre contactos entre Kushner y funcionarios rusos.
El partidario, al igual que las personas familiarizadas con los esfuerzos de gestión en la Casa Blanca, insistió en mantener el anonimato para hablar de cuestiones privadas.
Se cree que el FBI investiga los contactos de Kushner con el embajador ruso en Estados Unidos, así como una reunión con un banquero ruso. La Casa Blanca niega que hubiera nada inapropiado en las acciones de Kushner.
Una fuente del gobierno negó que hubiera reparos a la hora de defender a Kushner, yerno del presidente. El funcionario señaló que varios miembros destacados del gobierno _incluidos el secretario de Seguridad Nacional, John Kelly, y el asesor de seguridad nacional H.R. McMaster_ han hablado en su favor.
FUENTE: AP