Al menos nueve cooperantes murieron el jueves cuando un camión lleno de ayuda humanitaria para refugiados musulmanes rohingya en Bangladesh se salió de la carretera y cayó a una zanja. Horas antes, otro cargamento de ayuda fue atacado por una turba budista en el estado natal de los refugiados en Myanmar.
Los dos cargamentos eran del Comité Internacional de la Cruz Roja. Las agencias humanitarias enfrentan distintos desafíos a cada lado de la frontera. Bangladesh ha recibido a más de 420.000 refugiados en menos de un mes, mientras que en Myanmar destacan la resistencia del gobierno y las furiosas acusaciones de la mayoría budista de que las organizaciones internacionales favorecen a la perseguida minoría rohingya.
Seis personas murieron en el acto en el accidente del camión y otras tres fallecieron tras llegar a un hospital, indicó Aung Swi Prue, administrador médico de Bangladesh. Otras diez resultaron heridas y recibían tratamiento.
Todos los muertos eran trabajadores bangladeshíes contratados para distribuir paquetes de alimentos a 500 familias rohingya, explicó la portavoz del CICR Misada Saif.
El camión pertenecía al CICR y a la Sociedad Bangladeshí de la Media Luna Roja, y estaba gestionado por un proveedor que ha trabajado para las dos agencias en las últimas semanas. El personal de la organización, señaló Saif, está “muy triste y conmocionado”.
“Nuestros pensamientos están con las familias de los muertos. Estaban allí para ayudar a la gente que necesita ayuda desesperadamente”, dijo.
El éxodo de los rohingya comenzó el 25 de agosto, después de que ataques insurgentes rohingya contra la policía desencadenaran una campaña de represión. Cientos de personas murieron y miles de viviendas fueron incendiadas en la operación militar.
El gobierno birmano ha acusado a los rohingya y ha llegado a decir que prendieron fuego a sus casas, pero Naciones Unidas y otras organizaciones acusan a Myanmar de limpieza étnica.
La mayoría de los refugiados ha terminado en campos en el distrito bangladeshí de Cox’s Bazar, donde ya vivían cientos de miles de refugiados rohingya que huyeron en brotes anteriores de violencia. También han llegado desplazados al vecino distrito de Bandarban.
La violencia en Myanmar se ha registrado justo al otro lado de la frontera, en el estado de Rakhine, donde según la policía una turba de budistas lanzó piedras y cócteles Molotov a sus agentes el miércoles por la noche para intentar que se cargaran suministros de Cruz Roja en un barco. La embarcación se dirigía a una zona donde cientos de miles de musulmanes rohingya han sido expulsados de sus casas. No se registraron heridos y la policía detuvo a ocho de los agresores.
Aunque la líder birmana Aung San Suu Kyi dijo esta semana que se enviaría ayuda humanitaria a los desplazados que siguen en el norte de Rakhine, el gobierno ha bloqueado toda la asistencia de Naciones Unidas a la zona y sólo ha permitido el acceso de Cruz Roja.
FUENTE: AP