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A la caza del bótox en un concurso de belleza de camellos

Los camellos desfilan por la arena delante del jurado de un concurso de belleza que evalúa sus jorobas y sus labios abombados fijándose en que no lleven bótox.

No es broma. Catorce animales quedaron descalificados de este concurso que termina el jueves, teóricamente en presencia del rey Salman, ante las sospechas de que sus dueños recurrieron a tratamientos estéticos para embellecerlos.

La forma y el tamaño de los labios, del cuello y de la joroba de un camello son los principales criterios en un concurso como el que se celebra desde hace un mes en Al Rumhiya, 160 km al este de Riad.

"Algunos criadores que no pueden comprar camellos caros adquieren animales no necesariamente bien parecidos e intentan embellecerlos artificialmente", explica uno de los jueces, Abdalá ben Naser al Dagheri.

"Es el tipo de trampas que castigamos", asegura este saudí que les va poniendo nota en medio de la pista.

El festival Rey Abdelaziz cuenta con una asignación de hasta 57 millones de dólares (46 millones de euros). Es una cita anual anclada en la tradición beduina y suscita interés en todo el Golfo.

El recurso a los tratamientos cosméticos se ha desarrollado, pese al riesgo de sanciones de hasta cinco años de prohibición de concursar para los criadores de los animales cuya belleza no sea completamente natural.

Antes del comienzo del concurso, las autoridades saudíes sorprendieron a un veterinario que realizaba operaciones de cirugía estética a camellos, según la prensa local.

Les inyectaba bótox y algunos pasaron por el bisturí para remodelar las orejas.

"La trampa es inevitable, incluso en un concurso de belleza", afirma resignado el responsable de los jueces, Fawzan al Madi. "Es como en los otros deportes con animales, por ejemplo en las carreras de caballos, en las que se usan esteroides".

Según Madi, se ha desplegado personal veterinario y del ministerio de Agricultura para detectar productos cosméticos artificiales, como los aceites, las pomadas anestésicas y los rellenos.

Arabia Saudita, un reino ultraconservador regido por una ley rigorista del islam, ha efectuado algunas reformas para dar una imagen más moderna del país. Pero también intenta preservar sus orígenes beduinos y su herencia cultural.

"El camello es un símbolo" nacional, explica Madi. "Son nuestro orgullo".

Alrededor de 30.000 animales participan en este festival apadrinado por la familia real y que atrae a miles de espectadores que asisten a las carreras de camellos y degustan leche de camella.

También pudieron acariciarlos en un parque zoológico, sobre todo al más grande del mundo, de unos tres metros de alto.

En cuanto aparecen los camellos que representan a su tribu (con la joroba engalanada con cinturones dorados adornados con pompones y campanillas) unos hombres agitan banderas improvidas con un palo y su kufiya (el pañuelo tradicional), silbando y gritando.

Tormentas de arena interrumpieron varias veces el concurso, obligando a las autoridades a refugiarse en carpas con aire acondicionado en las que les servían pasteles, café árabe y frutos secos.

El propietario de camellos Howashel al Dosary afirma que el festival no debería quedar empañado por algunos casos de engaño.

"Si pillara a un tramposo le diría: '¡Que Dios no te ayude nunca!", afirma este hombre mientras exhibe orgulloso el más caro de sus 100 camellos, de un valor de 5 millones de riales (alrededor de un millón de euros).

"Nuestro honor es más importante que la ganancia", zanja.

FUENTE: AFP