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Entre Hungría y Eslovaquia, una ciudad dividida por la Primera Guerra Mundial

Atravesada por el Danubio y compartida por dos países después de la Primera Guerra Mundial, la ciudad de Komarom/Komarno ha recuperado una cierta unidad gracias a la integración europea de Hungría y Eslovaquía, tras años de crispaciones nacionalistas.

"La gente se lleva bien, hablan la lengua del otro, cruzan la frontera para ir al supermercado, para ir a la tienda de bricolaje", afirma Emese Szamado, responsable del museo local de Komarom, en la orilla húngara.

Una libertad de circulación que parece evidente once años después de que ambos países entraran en la zona Schengen. Pero que rompe con las afrentas que conoció durante casi un siglo esta aglomeración de 60.000 habitantes.

El puente Elizabeth que une las dos márgenes, una obra de hierro levantada en la época de esplendor austrohúngara, en 1892, es testigo de ello: atravesado hoy en día sin ningún control, durante mucho tiempo materializó una frontera difícilmente franqueable.

El tratado de Trianón, que en 1920 remató el desmantelamiento del imperio austro-húngaro, atribuyó a Checoslovaquia la parte situada al norte del Danubio de esta ciudad, de mayoría magiarófona, hasta entonces anexionada a la corona de Hungría y llamada Komarno en eslovaco.

Esta metamorfosis reservó algunas sorpresas a Istvan Kelemen, un joven recluta húngaro de la Primera Guerra Mundial, cuando volvió de su cautiverio, en 1922.

Habitante de la orilla norte, "¡descubrió que su ciudad había cambiado de país! Se fue al frente como un soldado húngaro pero cuando volvió se vio de pronto en Checoslovaquia", cuenta a la AFP su nieto, también llamado Istvan.

Nacido en 1894 y muerto casi a los 100 años, tras la independencia de Eslovaquia en 1993, al abuelo "le gustaba recordar que había vivido en seis países sin haberse movido nunca de su casa", dice Kelemen, de 61 años.

Pasó del reino de Hungría a Checoslovaquia tras Trianón, el norte de la ciudad fue de nuevo anexada a Hungría en 1938 bajo la presión de la Alemania nazi. Integrado en la Checoslovaquia comunista tras la Segunda Guerra Mundial, Komarno formó parte durante un breve espacio de tiempo de la federación checa y eslovaca tras la caída del Muro, hasta la independencia eslovaca.

Este pasado convulso, recuerda Szamado, separó durante mucho tiempo a los habitantes de ambas orillas -20.000 en la parte húngara y 40.000 (dos tercios de los cuales, magiarófonos) en la eslovaca-.

Hasta hace poco, fue un símbolo de la ciudad y un punto de crispación nacionalista.

En 2009, el primer ministro eslovaco Robert Fico prohibió al presidente húngaro de la época, Laszlo Solyom, que cruzara la frontera para participar en la inauguración, en Komarno, de una estatua de San Esteban, primer rey apostólico de Hungría.

Fico alegó que la fecha de la ceremonia coincidía con el aniversario de la invasión de Checoslovaquia por parte de Rusia y sus aliados, incluida Hungría, en 1968.

El jefe de Estado húngaro ofreció entonces uan rueda de prensa en la mitad del puente, sobre el Danubio, y denunció "una situación sin precedentes entre dos países aliados" en la UE, a la que se adhirieron en 2004.

Un año después, el partido nacionalista eslovaco SNS inauguró sobre el puente una estela para conmemorar Trianón. El monumento fue vandalizado después por un individuo al que la policía eslovaca presentó como un "ciudadano eslovaco de origen húngaro", un incidente que Bratislava no dudó en explotar al acusar a Budapest de querer "revisar el Tratado de Trianón".

Las tensiones aún se avivaron más cuando el dirigente húngaro Viktor Orban, cuando regresó al poder en 2010, propuso la nacionalidad húngara a los cerca de 2 millones de magiares en el extranjero. Eslovaquia, donde esta minoría representa unas 500.000 personas, reaccionó prohibiendo la doble nacionalidad.

Sin embargo, este capítulo parece haberse cerrado definitivamente, después de que Fico y Orban estrecharan lazos dentro del grupo de Visegrado, que defiende los intereses de los antaño países comunistas de Europa Central, hoy miembros de la UE, y que ha hecho de la inmigración extracomunitaria su prioridad.

En Komarno, donde se inauguró una universidad en lengua húngara en 2004, la popularidad de los nacionalistas eslovacos está en caída libre, mientras que las señales bilingües se han multiplicado. Los dos mandatarios pusieron en 2017 la primera piedra de un nuevo puente entre Komarom y Komarno, que ya se está construyendo.

FUENTE: AFP