Como si fueran 8.000 trapecistas en el aire, los gobiernos saliente y entrante intercambiaron la jefatura de los organismos del gobierno federal cuando Joe Biden prestaba juramento como 46to presidente de Estados Unidos .
Biden anunció a decenas de funcionarios de carrera que se harán cargo de los organismos federales mientras el Senado confirma sus nombramientos. Jefes interinos de departamento alzaron la diestra el miércoles para prestar juramento. Se multiplicaron los emails a los empleados federales para informarles quiénes serían sus jefes en funciones.
El cambio en la jefatura de los departamentos es un proceso minucioso y lento con un riesgo inherente de cometer graves errores incluso en las mejores épocas, dicen exfuncionarios y estudiosos de la burocracia federal. Adicionalmente, este año se multiplican los retos en medio de temores de que seguidores del expresidente Donald Trump lanzarían nuevos ataques como el del 6 de enero al Capitolio.
“El primer día siempre es el de mayor riesgo” ante la incertidumbre de quién manda o el peligro de que la nueva gente pase por alto una noticia crucial durante la transición, dijo Paul C. Light, profesor de servicio público en la Universidad de Nueva York. Por ejemplo, que los científicos en la base se enteren de un hecho vital en el contagio del coronavirus o el desarrollo de las vacunas.
“Son cosas que suceden inevitablemente”, dijo Light. “Es una jerarquía muy densa y no hay campanas de alarma”.
No se reportaron problemas el miércoles en las primeras horas tras el cambio en la conducción. Los partidarios de Biden habían acusado a las agencias de seguridad de Trump de no darles a conocer información vital en las semanas que precedieron a la entrega del mando.
Para mayor preocupación, Trump seguía insistiendo que él, no Biden, había ganado la elección.
Semanas atrás las autoridades se empeñaron en aclarar quién sería el jefe interino del Pentágono a las 12:01 del miércoles, un minuto después de que Biden asumiera la presidencia.
El subsecretario de Defensa, David Norquist, asumió como jefe interino entre la renuncia del funcionario de Trump, Christopher C. Miller y la confirmación por el Senado del postulado por Biden para reemplazarlo, el general retirado Lloyd Austin.
En los organismos del gabinete, la mayoría de los funcionarios políticos del gobierno saliente entregaron sus renuncias antes de la investidura del nuevo, como manda la tradición.
Antes de dejar el cargo, Trump había alterado las órdenes de sucesión en algunos organismos, como la Agencia de Protección Ambiental, al determinar qué funcionario de carrera quedaba a cargo cuando se iban los designados políticos.
Ambientalistas, adversarios de Trump y estudiosos del gobierno expresaron la sospecha de que Trump nombraría a gente leal a él como jefes interinos para causarle problemas a Biden.
Pero la Casa Blanca de Barack Obama y otros predecesores, en sus últimas semanas, también hicieron esos ajustes, dijo Anne Joseph O’Connell, profesora de la facultad de derecho de Stanford y especialista en estos procesos.
En general, “no se trata de preferencias partidarias sino de ayudar a la buena gobernanza”, dijo O’Connell. “En la medida que a uno le interesa el gobierno, le interesa la transición”.
Pero con la renuencia de Trump a entregar el poder, “era evidente que muchos cuestionarían la necesidad de efectuar cambios en la sucesión”, reconoció.
En todo caso, la ley federal en materia de vacantes da al presidente entrante un amplio margen para escoger los jefes interinos de los organismos independientemente de los planes de sucesión. El miércoles por la tarde, Biden anunció los jefes en funciones de una variedad de organismos, desde el Departamento de Estado hasta la Administración del Seguro Social y el Fondo Nacional de las Artes.