La restauración de una hectárea de arrecifes de coral y una mayor vigilancia han devuelto el equilibrio ecológico al Parque Nacional Islas Marietas, ubicado en el oeste de México, tras la contaminación y daños causados por el excesivo turismo en la zona.
Científicos y técnicos de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) trabajan desde hace un año en el rescate y protección de este parque hogar de corales, peces, tortugas, crustáceos, aves, tiburones toro y puntas blancas, que sin embargo siguen bajo la amenaza de la pesca furtiva.
Rondines diarios, seis guardaparques y un conjunto de reglas que no han gustado del todo a los turistas han permitido "ordenar" la zona, que durante cerca de dos años sufrió los embates de miles de visitantes, dice a Efe Jorge Castrejón, director del sitio.
"La permanencia en el área nos ha permitido avanzar mucho en cuanto al orden de las actividades turísticas", afirma el biólogo durante un recorrido por las 19 islas ubicadas a 8 kilómetros de distancia de la costa de Nayarit.
La belleza de la "Playa del amor" escondida en una de las islas y a la que se llega sorteando un túnel rocoso fue captada en una fotografía que circuló desde 2014 por redes sociales y la colocó como una de las 100 cosas que ver antes de morir.
Miles de turistas llegaron desde todas partes del mundo atraídos por las aguas cristalinas de esta rareza natural de unos 70 metros de longitud.
Según la Conanp, solo en Semana Santa de 2016 el parque recibió hasta 3.000 personas al día, cuando el máximo permitido era de 625.
La institución cerró el acceso a la "Playa del amor" por tres meses al constatar "una grave degradación en sus ecosistemas marinos".
Desde entonces, la Conanp definió reglas drásticas para visitar el sitio: limitó la entrada a la playa a solo 15 personas a la vez por no más de media hora, es decir, no más de 116 personas diario; menos embarcaciones turísticas y prohibió el buceo en ciertas zonas.
La intención no era solo limitar la visita, sino que los turistas impacten lo menos posible el equilibrio del parque, explica Castrejón.
Para aumentar el atractivo en otras zonas del parque, la Conanp abrió un sendero en el techo de la isla Larga, poco conocido por los turistas pero desde donde se puede admirar el azul turquesa del agua y las formaciones rocosas, además de 95 especies de aves.
Tras el cierre temporal, los prestadores de servicios turísticos de la bahía, que va de las playas de San Blas, Nayarit, hasta la costa norte de Jalisco, acataron las exigencias de la Conanp y acordaron destinar parte de sus ganancias a contratar más guardaparques.
Estas empresas han tenido que "repartirse" el número de días y la cantidad de turistas que pueden llevar a la zona, cuenta a Efe Amilcar Cúpul Magaña, científico de la Universidad de Guadalajara que colabora en la restauración del parque.
Mateo Ríos, uno de los seis guardaparques, señala que los prestadores tienen "un compromiso muy grande" y colaboran en vigilar que los turistas no entren a las zonas restringidas o se lleven fragmentos de coral, como sucedía antes.
Ríos fue parte del equipo encabezado por los investigadores universitarios Cúpul Magaña y Paola Rodríguez, quienes restauraron los arrecifes con una técnica conocida como "sembrado".
Los científicos aprovechan la reproducción asexual de los corales, que los ayuda a crecer por sí mismos sin necesidad de células sexuales.
Por varios días recolectaron trozos de coral que cayeron al fondo marino de manera natural, para luego "sembrarlos" o incrustarlos en estructuras de coral muerto o en huecos de rocas.
De los 2.000 fragmentos, lograron que 80 % se fijara en el lugar donde fueron depositados, sobre todo en la entrada a la "Playa del amor", la más dañada, y en otros tres sitios.
"La Playa del amor se está recuperando bastante bien porque ya no tiene la misma carga de visitantes", expresa Magaña.
La recuperación de los corales ha traído más presencia de "especies de peces, crustáceos y moluscos", señala Ríos.
Rescatar los arrecifes significa también conservar la cadena alimenticia, pues estas comunidades son refugio de peces, que, a su vez, son alimento de carnívoros más grandes como los tiburones, explica Castrejón.
Los esfuerzos de la Conanp no han podido frenar del todo la pesca clandestina en el parque, poniendo en peligro peces, tortugas y corales.
Prestadores de servicios y autoridades denuncian que han recibido amenazas por parte de algunos pescadores para evitar que los denuncien.
FUENTE: EFE