En un pintoresco rincón de Afganistán, un esfuerzo único de conservación ha ayudado a recuperar la amenazada población de leopardo de las nieves y llevado esperanza a una de las comunidades más pobres y aisladas del mundo.
Los leopardos rondan las montañas nevadas de una docena de países en el centro y sur de Asia, pero sus cifras han declinado en las últimas décadas ante la presión de los cazadores, que buscan sus pieles moteados, y de los campesinos, que los mataban para proteger al ganado. Ahora parecen estar multiplicándose gracias a un programa iniciado hace siete años y a un nuevo parque nacional.
Los científicos que siguen a los tímidos leopardos calculan que quedan unos 140 ejemplares en el parque nacional de Wakhan, establecido hace dos años en un área de un millón de hectáreas (4.200 millas cuadradas). Stephane Ostrowski, un especialista de la Wildlife Conservation Society (WCS), con sede en Nueva York, señaló que ésa es una cifra saludable e indicó que también les va bien otras especies como el íbice siberiano o la marmota dorada, la principal presa del leopardo.
El WCS cree que el la cifra global de leopardos podría ser mucho más alto que la estimación anterior de 7.500 como mucho, después de que los datos reunidos por Ostrowski y otros expertos mostraran que podría haber más de 8.000 en apenas el 44% del hábitat conocido del felino. El Fondo Mundial de la Naturaleza clasifica a la especie como "amenazada".
Los datos son el resultado de una investigación realizada en uno de los lugares más inaccesibles del mundo. El corredor de Wakhan se encuentra a gran altura en la cordillera Hindu Kush y pasa la mayor parte del año aislado por la nieve. La guerra que libran los talibanes desde hace 15 años se libra 30 kilómetros (18 millas) al sur y las fronteras cercanas con Tayikistán, Pakistán y China suelen estar cerradas.
El Programa de Desarrollo de Naciones Unidas financia y supervisa todas las actividades de WCS en Wakhan y proporcionará 3 millones de dólares para el proyecto del leopardo de las nieves en los próximos dos años.
Ostrowski y otros científicos extranjeros y afganos pasan meses acampados en carpas amarillas en el valle de Sarkand, monitoreando y manteniendo una amplia red de cámaras y trampas. En un año reunieron unas 5.000 imágenes de 38 animales diferentes. Lograron capturar a cuatro leopardos —uno de ellos dos veces— y colocarles collares de rastreo para seguirles por GPS. Esperan atrapar otros dos para final de año.
Los leopardos de las nieves se han beneficiado de programas de conservación que se remontan a 2009, cuando el WCS empezó a construir establos cerrados con tejado de malla de metal para proteger a ovejas, cabras y vacas, que son la columna vertebral de la economía local.
Fue el primer paso para llevar técnicas modernas de conservación a Wakhan, donde los aproximadamente 17.000 habitantes viven de la agricultura y ganadería de subsistencia. En una de las regiones más pobres de uno de los países más pobres, durante mucho tiempo los leopardos se han percibido como una amenaza.
Hassan Beg dijo que hace años perdió 22 ovejas y cabras en una sola noche cuando un leopardo de las nieves entró en su corral descubierto, y su primo Saeed dijo que una noche fue atacado por uno de los felinos. Desde entonces, Hassan ha construido su propio tejado sobre el corral con ramas de árbol. "No podemos matarlos, de modo que me aseguro de que no vuelve a ocurrir", dijo.
Un decreto presidencial prohibió la caza en el país en 2005, pero los científicos encontraron hace poco un cadáver con un balazo en la cabeza. Unos 400 kilómetros (250 millas) al suroeste, en un abarrotado mercado en la capital, Kabul, un tendero mostró con discreción un pelaje de leopardo de las nieves, con una larga cola cilíndrica y la cabeza distorsionada por una tosca taxidermia. Pedía 1.800 dólares por él.
"Recibimos informes de todas las provincias donde hay caza ilegal, ya sea por pobreza, por afición, por venderlo por un precio más alto en el mercado", dijo Mostapha Zaher, director general de la Agencia Nacional de Protección Medioambiental.
Pero en Wakhan, los esfuerzos de conservación parecen haber arraigado.
En la escuela secundaria de Qala-i-Panka, donde los alumnos dicen no haber oído hablar de internet, han asumido conceptos modernos de protección medioambiental. Un cachorro de leopardo de las nieves mira fijamente desde un cartel colgado en las paredes por lo demás desnudas.
"Desde que se introdujo el veto a la caza, el número de animales salvajes aumenta aquí y eso atrae a turistas extranjeros", dijo Simah, de 17 años, que como muchos afganos no tiene apellido. "Eso puede ser bueno para la economía de Afganistán".
El leopardo de las nieves es la atracción estelar del parque nacional, aunque es improbable que la mayoría de los visitantes vea uno. Pero la región también cuenta con lobos, osos pardos, zorros rojos y la oveja de Marco Polo, bautizada por el explorador italiano del siglo XIII que avistó uno de esos animales de largos cuernos en su viaje al Lejano Oriente.
Sólo unos 100 visitantes llegan a Wakhan cada año, la mayoría llegados desde Tayikistán en los meses de verano. La pobreza y el aislamiento de la región la ha aislado de la guerra, pero también ha disuadido a todos los viajeros salvo a los más aventureros.
Ashley Vosper, experto de paisajismo de WCS, dijo que el parque ofrece una "protección magnífica" a los vecinos al garantizarles que nadie más puede utilizar su tierra al tiempo que lleva desarrollo económico a la región. "Puede ser un lindo equilibrio en dos direcciones", señaló.
FUENTE: AP