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En Egipto los ricos se mudan a barrios cerrados, la desigualdad se acentúa

Iman Jalifa dejó su departamento con vista al Nilo en pleno centro de El Cairo para hallar refugio en un barrio cerrado de las afueras de la capital egipcia de opulentas residencias, un fenómeno que ilustra la desigualdad creciente en Egipto.

Para la élite egipcia, estos barrios cerrados muy populares en Estados Unidos se convirtieron en la única escapatoria a una megalópolis caótica de unos 20 millones de habitantes, sobrepoblada y contaminada.

La tendencia, iniciada a fines de los año, traduce la desigualdad creciente entre las clases sociales, estiman los economistas.

"Hay lindos paisajes, linda vista, allá (en El Cairo) hay basura por todos lados", explicó Jalifa, instalada con su marido en un barrio del este de la capital.

Al igual que esta treinteañera, los ricos habitantes de El Cairo huyen de las ruidosas calles paralizadas por los gigantescos atascos. Hallan tranquilidad y naturaleza en residencias cerradas que construidas en un abrir y cerrar de ojo en las puertas del desierto, con terrenos de golf, piscinas y salas de deporte.

"Hay que pagar más por el mantenimiento, pero proveen una mejor seguridad", continuó Jalifa.

Jalifa es parte de una minoría de privilegiados, en un país en que el porcentaje de egipcios que viven por debajo del umbral de pobreza pasó de 16,7% en 2000 a 27,8% en 2015 en este país de 90 millones de habitantes, según las estadísticas oficiales.

Del otro lado de El Cairo, en el oeste, en el suburbio 6 de Octubre, Mohamed y varios jornaleros aguardan a la vera de una ruta a la espera de un trabajo para ganarse el pan del día.

Todos viven en el mismo departamento y duermen en el piso. "Comemos habas a la mañana, al mediodía y a la noche", ironiza Mohamed, oriundo de la provincia de Suhag en el sur.

El joven de 18 años tuvo que abandonar la escuela para trabajar. Hace dos años se instaló en El Cairo.

La economía del país no despega desde la revuelta en 2011 que expulsó del poder a Hosni Mubarak. Para incentivarla, el gobierno obtuvo un préstamo de 12.000 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional (FMI), en contrapartida de reformas económicas drásticas.

Para satisfacer al FMI las autoridades liberaron la tasa de cambio de la libra egipcia, que se devaluó frente al dólar hasta valer la mitad, recortó las subvenciones públicas a la gasolina y adoptó un impuesto al valor agregado. Medidas que hicieron que la inflación se disparara.

Para evitar que el descontento social se agrave, el gobierno anunció un programa de ayudas de 2.500 millones de dólares, que prevé exenciones fiscales y un alza de los salarios de los funcionarios así como de las subvenciones para los desempleados.

También mantuvo las subvenciones a los productos alimenticios, que permiten a los más humildes obtener algunos bienes de primera necesidad a bajos precios, como pan, aceite o arroz.

"Estas medidas son sólo analgésicos", estima sin embargo Heba el Laithy, profesora de estadísticas de la universidad de El Cairo. "La gente reduce su consumo de alimentos y saca de las escuelas a sus hijos para hacerlos trabajar", lamenta, estimando que la pobreza alcanza actualmente a 35% de la población.

Según Laithy, el gobierno podría ofrecer mejores servicios de educación y salud financiándolos con un sistema de imposición progresivo, que gravaría más a los que más tienen.

Pero las autoridades reniegan a adoptar una reforma en ese sentido, estimó Salma Hussein, investigadora sobre desigualdades en una organización no gubernamental local.

"Hay una especie de colusión" entre "las clases acomodadas" y el gobierno.

FUENTE: AFP

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