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Las colombianas, víctimas indignadas de las prótesis PIP

MEDELLÍN, Colombia (AFP). El escándalo de las prótesis mamarias PIP provoca la indignación de miles de mujeres en Colombia, país considerado como una de las mecas de la cirugía estética y donde el culto por los senos generosos se remonta a la época del dominio de los cárteles de la droga.

El juicio que está a punto de abrirse en Francia contra el directivo de la empresa Poly Implant Prothese (PIP) anima la combatividad de unas 15.000 colombianas que utilizaron estas prótesis mamarias defectuosas.

De ellas, 4.000 se encuentran en Medellín, la segunda ciudad de Colombia en el noroeste y donde en los años 80 se hicieron fuertes los barones de la cocaína, cuyo gusto por las formas voluptuosas influenció a la sociedad.

Para Surany Arboleda, una abogada de 28 años de edad que defiende gratuitamente a unas 400 mujeres víctimas de los implantes PIP, el directivo de esa empresa "merece ir a la cárcel".

"Se comportó como un terrorista, pues puso una bomba de tiempo, una bomba atómica en nuestros cuerpos", lanza esta abogada que también se colocó las prótesis y tuvo que retirárselas.

Surany Arboleda, una llamativa morena que se ha hecho media docena de cirugías estéticas, asegura que sus clientas están llenas de "rabia, dolor, frustración, desánimo".

El caso de las prótesis PIP "perturbó su vida social, familiar, pero también (la relación) en su trabajo y con su pareja", aseguró, al explicar que intentará también una demanda contra las autoridades sanitarias colombianas que certificaron la calidad de los implantes.

Conocida por ser la hija de un excongresista encarcelado por sus nexos con grupos paramilitares, esta abogada posó hace un tiempo con los senos al aire para una conocida revista colombiana en la que afirmaba que " una mujer sin tetas no es una mujer". Idea que parece compartir Luz Marina Córdoba, una comerciante de Medellín que se pagó la cirugía estética, pero comprobó que los implantes no resistieron más de dos años.

"Ahora estoy atemorizado cada vez que me hago una mamografía", dice esta mujer de 58 años, que, sin embargo, decidió colocarse nuevos implantes.

"Valle de la silicona"

Enclavada en los Andes, Medellín, la capital del departamento de Antioquia, bien podría llevar el sobrenombre de "Valle de la silicona" desde la época de los grandes cárteles de la cocaína.

"El narcotráfico introdujo una mayor frecuencia de intervenciones quirúrgicas, lo que produjo un modelo de mujer que se acomoda muy bien a lo que normalmente ha circulado en el mundo de la pornografía o en el mundo de la caricatura de la mujer como un ser humano con curvas muy protuberantes", explicó a la AFP el sociólogo Juan Carlos Escobar Villegas, de la Universidad Eafit de Medellín.

Según este académico, se trata de un modelo que traspasa las clases sociales.

"Muchas mujeres van (al cirujano) porque lo ven como una oportunidad de ascenso social" y en las clases altas "van por aprecio, en busca de un reconocimiento estético dentro de sus círculos sociales", dijo.

El escándalo de las prótesis PIP no consiguió, sin embargo, disuadir a las mujeres de pasar por el quirófano.

Créditos bancarios especiales, tarjeta de fidelidad en las clínicas, promociones con ocasión del Día de la Madre: pese al caso de las prótesis PIP Colombia figura como el quinto país del mundo en cirugías estéticas, con unas 250.000 intervenciones anuales, de las cuales un tercio corresponde a implantes de seno, según la Sociedad colombiana de cirujanos plásticos.

"Los médicos, también son víctimas"

"El juicio en Francia va a demostrar que los médicos también son víctimas, que han sido engañados como las pacientes por la empresa PIP", señala Juan Carlos Vélez, cirujano plástico de la clínica especializada Intermédica, en Medellín.

Para tranquilizar a sus pacientes, este médico les asegura que los riesgos para la salud son mínimos, y que independientemente del caso de las PIP, "los implantes mamarios deben ser revisados regularmente", pues "no son un dispositivo de por vida".

Cuando se conoció el problema con los implantes PIP el año pasado, el gobierno de Colombia aprobó la remoción gratuita de esas prótesis, aunque no su sustitución.

Sin embargo, muchas mujeres sostienen que el trámite en clínicas y hospitales es difícil de lograr.

Afectadas por dolores luego de que uno de sus implantes PIP se rompió sin que hasta ahora le haya sido retirado, Miriam Pérez, una diseñadora de 50 años de edad, cifra sus esperanzas en la justicia francesa para lograr una indemnización.

"No tengo los recursos económicos. Era eso o pagar para que mi hijo pueda estudiar en el exterior", narró.

Al igual que ella, otras 1.500 mujeres contactaron en Bogotá al escritorio jurídico de Nathalie Lozano, quien les propuso vincularlas al proceso judicial iniciado en Francia.

Pero antes deberá librar una batalla previa: obtener de parte de los cirujanos los certificados de las operaciones.

"Es necesario demostrar los daños sufridos. Pero los médicos no colaboran. Muchos de ellos trabajaron informalmente", explicó esta abogada a la AFP.