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Un francés de 102 años intentará batir el récord de la hora en velódromo

Robert Marchand, un francés de 102 años, intentará batir esta tarde, a partir de las 15.15 GMT en el velódromo Saint-Quentin-en-Yvelines (al suroeste de París), el récord mundial de la hora en bici entre mayores de 100 años.

Nacido en Amiens (norte) en 1911, Marchand afronta la que sería su cuarta plusmarca, después de que en 2011 se convirtiera en el primer centenario en recorrer 23,2 kilómetros en 60 minutos, informó hoy el diario francés "Le Figaro".

En 2012 volvió a establecer dos récords. El primero, en Aigle (Suiza), al elevar a 24,25 los kilómetros recorridos en bicicleta en una hora, y el segundo, en Lyon, al pedalear durante 4 horas 17 minutos y 27 segundos (a una media de 23 kilómetros por hora).

"Me siento muy bien", apuntó el corredor esta mañana en declaraciones a la emisora "BMFTV", al tiempo que aseguraba "no sentir estrés" por la inminente cita.

Marchand ya tiene lista la estrategia que desarrollará durante la prueba: "Comenzar lentamente, calentar durante unas vueltas y acelerar", indicó al periódico.

Instalado en una sana rutina, con una dieta en la que abundan "frutas y verduras", el anciano corredor asegura pedalear "diariamente, siempre que el tiempo lo permita".

La directora del laboratorio biológico de Evry, Victoria Billat, encargada de seguir los entrenamientos de Marchand, explica que el ciclista presenta unas condiciones físicas "excepcionales".

"Tiene un corazón y una capacidad pulmonar envidiables (...) La aorta de Robert es capaz de enviar de 20 a 30 litros de sangre por minuto", abunda.

El corredor, que mide 1,50 metros y pesa 50 kilos (medidas que le impidieron convertirse en profesional cuando tenía 20 años), participó en su primera ruta ciclista de largo recorrido a los 86 años, en 1998, señala "Le Figaro".

Testigo de ambas guerras mundiales, Marchand desempeñó toda suerte de oficios -cuidador de vacas, criador de pollos, zapatero, bombero, leñador o comerciante de vinos, entre otros-, antes de descubrir, tras su jubilación, su pasión por el ciclismo.

Marchand evita definirse como un campeón ("no lo soy", zanja), y asegura que con esta prueba solo quiere demostrar "que a los 100 años las personas pueden hacer algo más que quedarse en casa jugando a las cartas".

Instalado en una vivienda de apenas 20 metros cuadrados, donde guarda la bicicleta, Marchand vive gracias a una "pequeña pensión", señala al diario, al tiempo que revela "el secreto" de la longevidad del corredor: "un chorro de miel en el bidón de agua".