Mientras los escépticos con las vacunas se enfrentan a leyes que obligarían a más padres a inmunizar a sus hijos, han encontrado unos aliados inesperados en los republicanos conservadores.
Aunque el estereotipo de un escéptico es una persona de la costa amante de terapias naturales, en general son los estados de gobierno demócrata los que han endurecido las normas sobre vacunación. Esta semana, los demócratas en dos de esos estados —California, donde se rastreó un brote de sarampión hasta Disneyland, y Washington— propusieron eliminar leyes que permiten a los padres saltarse las vacunas por motivos personales.
Al mismo tiempo, en Maine, los republicanos se opusieron a una iniciativa similar. En Minnesota, sólo los demócratas han anunciado su apoyo a una ley que complicaría evitar la vacunación de los niños. Y el año pasado en Colorado fueron sobre todo los republicanos los que desbarataron un intento de obligar a los padres a conseguir la autorización de un médico si decidían no vacunar a sus hijos.
"Esto se reduce a, ¿obliga el gobierno a que todo el mundo cumpla, o damos el poder a todo el mundo para que tome decisiones por su cuenta?", dijo el senador de Colorado Kevin Lundberg, un republicano que no completó las vacunaciones de sus hijos y lideró la lucha contra la ley del año pasado.
El escepticismo en Estados Unidos por las vacunas se remonta al menos a la Revolución, cuando George Washington fue reacio al principio a vacunar a sus tropas contra el sarampión.
"Hay una larga historia en la lucha contra las vacunas, y parece coincidir con los bandos de liberales frente a conservadores", comentó Kent Schwirian, profesor de sociología en la Universidad del Estado de Ohio.
Un nuevo sondeo de Pew mostró que los republicanos son ligeramente más propensos que los demócratas a oponerse a la obligación de vacunarse. El asunto no ha sido puramente partisano, y algunos demócratas se han unido a los republicanos contra las leyes más estrictas, mientras que algunos republicanos se han mostrado a favor de aumentar las vacunaciones.
Sin embargo, la gente en ambos bandos cree que se está formando una división por partidos.
Diane Peterson, de la Coalición de Acción para la Inmunización, que sigue la legislación sobre el tema en todo el país, dijo haber tenido problemas para conseguir firmas de republicanos apoyando una ley que aumente las vacunas en su Minnesota natal.
"Creo que ésta no debería ser una cuestión partidista en ningún caso, y es preocupante que lo sea", afirmó Peterson.
La política de vacunación saltó esta semana al panorama nacional cuando tres aspirantes republicanos a la presidencia —el gobernador de Nueva Jersey Chris Christie, el senador de Kentucky Rand Paul y la ex directora ejecutiva de Hewlett-Packard Carly Fiorina— parecieron ponerse del lado de los padres que se oponen a vacunar a sus hijos.
Otros republicanos destacados, como el presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, hablaron en apoyo de las vacunaciones, y varios conservadores señalaron que Hillary Clinton dijo en 2008 a un grupo anti vacunas que quería más investigación sobre la teoría desacreditada de que las vacunas provocan autismo.
En Colorado, la senadora demócrata Irene Aguilar, médico y que presentó la ley que complicaba saltarse las vacunas, dijo que la mayoría de los que rechazaron su propuesta eran republicanos, pero que algunos demócratas también se mostraron reacios porque tenían nietos sin vacunar.
"Ésta es otra de esas cuestiones de ultra izquierda, ultra derecha", dijo.