El presidente brasileño, Michel Temer, cuya impopularidad no baja del récord del 70 %, afirmó hoy que en Brasil es fácil criticar al Gobierno pero que no es fácil alcanzar los éxitos económicos y sociales que él dice haber logrado desde que asumió la jefatura del Estado hace poco menos de dos años.
"Es fácil atacar a Michel Temer. Es fácil atacar al Gobierno. Es fácil tan sólo criticar. Pero quiero verlos hacer cosas", afirmó el jefe de Estado en un pronunciamiento transmitido por red nacional de radio y televisión.
"Quiero verlos conquistar. Quiero verlos construir y realizar lo que nosotros conseguimos avanzar en tan poco tiempo", agregó el mandatario, que asumió la Presidencia en mayo de 2016 cuando el Senado destituyó a Dilma Rousseff, de quien era vicepresidente.
En el discurso que pronunció para conmemorar el festivo nacional del 21 de abril, que recuerda la muerte de Joaquim José da Silva Xavier "Tiradentes", Temer se comparó a quien es considerado como uno de los principales héroes de Brasil por haber liderado una rebelión contra la corona portuguesa.
"En este 21 de abril recordamos que Tiradentes fue acusado y condenado por luchar y defender un Brasil libre, fuerte e independiente. Al final, la historia le dio una victoria mayor. Su ejemplo de lucha es ejemplo para todos los que trabajamos para traer más conquistas a Brasil", afirmó tras recordar que también es víctima de ataques.
El gobernante afirmó que mientras que en sus viajes internacionales percibe que Brasil es un país muy prestigiado, "esa visión externa positiva y optimista no coincide con el Brasil que algunos propagan internamente".
Agregó que quienes se organizan para hacer fuerza por el fracaso del país "pierden el juego" todos los días.
"La verdad es que Brasil remontó ese juego. Alcanzamos, en estos dos años, victorias expresivas, récords tras récords, pero muchos insisten en no percibir los cambios; en no admitir nuestro éxito: el éxito de Brasil", aseguró Temer al enumerar logros de su Gobierno.
Entre tales conquistas citó la menor inflación en los últimos años, los menores tipos en la historia, la caída del desempleo y la recuperación de la economía brasileña, que creció un 1,0 % en 2017 tras haber sufrido los dos años anteriores la mayor recesión de su historia, con una retracción del 3,5 % en 2015 y del 3,5 % en 2016.
Citó igualmente la caída de los precios de los alimentos, las cosechas récord de granos, la apertura de 500.000 cupos en la educación secundaria y la creación de enormes reservas ambientales.
"Eso nadie lo divulga", dijo al referirse a la poca repercusión en la prensa de los logros de su Gobierno.
También se refirió a la creación de un Ministerio para cuidar de la Seguridad Pública y a la militarización de la seguridad del estado de Río de Janeiro para hacer frente a la creciente criminalidad en la ciudad más emblemática del país.
"Son iniciativas inéditas que ningún Gobierno tuvo el coraje de adoptar para combatir la violencia", afirmó.
"Llegó la hora de que nos unamos para que no perdamos lo que fue conquistado. Tenemos que acabar de una vez por todas con esa disputa irracional que busca enfrentarnos unos contra otros", agregó Temer al pedir apoyo a su gestión.
Temer, que en su Gobierno puso en marcha un severo ajuste fiscal para sanear las cuentas públicas y estabilizar la economía que limitó el aumento de los gastos pero también sacrificó algunos programas sociales, es el jefe de Estado más impopular en las últimas décadas en Brasil.
Según una encuesta divulgada la semana por el instituto Datafolha, la tasa de aprobación de su Gobierno se mantuvo en abril en un escaso 6 %, frente a un 70 % que califica la gestión de "pésima" y otro 23 % que la considera "regular".
A pesar de esos índices y a que ha sido salpicado en diferentes escándalos de corrupción, Temer ha insinuado que pudiera postular en las elecciones de octubre próximo como candidato para seguir en el cargo que heredó de Rousseff.