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Antes, durante y después de las elecciones en Brasil: la sombra de Lula

La sombra de Lula, finalmente impedido de presentarse a las presidenciales del domingo, ha planeado a lo largo del proceso electoral de Brasil y se proyectará sobre el mandato del próximo presidente, especialmente si la izquierda vuelve al poder.

Luiz Inácio Lula da Silva dejó el palacio presidencial de Planalto hace ocho años y está preso desde abril, pero su destino político-judicial acaparó la atención del país durante meses y determinó la estrategia de los principales partidos.

Después de ser condenado en enero por un tribunal de apelaciones a 12 años y un mes de prisión por corrupción y lavado de dinero, el exobrero metalúrgico, de 72 años, luchó por postularse a un tercer mandato, antes de pasar el relevo, el 11 de septiembre, a último momento, a su delfín, el casi desconocido exalcalde de Sao Paulo Fernando Haddad.

Una estrategia del líder del Partido de los Trabajadores (PT) denunciada por algunos como un "ego-trip" arriesgado, pero en última instancia muy beneficiosa para Haddad, quien según las últimas encuestas pasaría a segunda ronda contra el ultraderechista Jair Bolsonaro.

"El amo de los relojes de esta campaña ha sido Lula", afirma Gaspard Estrada, especialista en América Latina de Sciences Po (París). "Ahora su candidato puede colocar al PT en el centro del juego. Desde su celda en Curitiba, ha tenido un papel central".

Los otros partidos estuvieron durante meses en suspenso por "la candidatura o no candidatura" de Lula, añade. "La centro-derecha perdió muchísimo tiempo para definir su estrategia de alianzas a finales de julio", dos meses más tarde de lo habitual.

Incluso encarcelado e invisible, Lula, que dejó el poder en 2010 con un 87% de popularidad, sigue siendo poderoso y tiene apasionados partidarios, que lo identifican con las políticas que permitieron sacar a decenas de millones de personas de la pobreza.

En una carta publicada el lunes por el Jornal do Brasil, el exlíder sindical llamó a "salvar la democracia" y rechazar "la barbarie", en alusión al afianzamiento del ultraderechista Jair Bolsonaro a la cabeza de las intenciones de voto en la primera vuelta.

Pero Lula también cuenta con un ejército de detractores, que le achacan la mayor responsabilidad en los esquemas de corrupción en Petrobras, revelados por la operación Lava Jato. Y que temen que un regreso al poder del PT, que ganó las últimas cuatro elecciones presidenciales, acarree un retroceso de las medidas de austeridad impulsadas por el presidente Michel Temer.

Haddad aseguró que de ser elegido llevará a cabo el programa de Lula, a quien a menudo visita en su celda.

Una lealtad caricaturizada por Ciro Gomes, el candidato de centro-izquierda del Partido Demócrata Trabalhista (PDT), para quien Haddad sería un presidente que consultaría a su encarcelado mentor "en cada crisis".

¿Qué papel puede tener Lula después de las elecciones? "Lo decisivo es qué va a hacer la justicia con él", señala Christophe Ventura, investigador del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (Iris).

Muchos creen que Lula será liberado mucho antes del final de su sentencia, cualquiera sea el presidente.

Según juristas, en abril de 2020 (al cumplir una sexta parte de su condena) podría pasar a un régimen semiabierto -solo dormir en prisión- y, dos años después, quedar bajo arresto domiciliario.

Dos jueces del Supremo Tribunal Federal (STF) también han sugerido que podrían, a partir del primer trimestre de 2019, revisar la jurisprudencia sobre el encarcelamiento de Lula, y eventualmente permitir su liberación.

Lula fue condenado como beneficiario de un apartamento en el litoral paulista, ofrecido por la constructora OAS por su mediación en Petrobras. Enfrenta otras cinco causas judiciales y, aunque se declara inocente en todas, está expuesto a nuevas condenas.

Haddad aseguró que, si es electo en la segunda vuelta del 28 de octubre, no indultará al célebre prisionero.

"Lula es el primero en decir: 'No quiero favores, quiero que los tribunales brasileños reconozcan que soy víctima de un error judicial'", declaró Haddad.

Estrada no tiene dudas de que "el expresidente desempeñará un papel central como asesor de Haddad" en caso de éste ganar, más allá de que su papel sea formalizado o no.

El escenario de una participación de Lula en un gobierno de Haddad "teóricamente podría darse, pero ciertamente es la línea roja a no cruzar para una buena parte de la sociedad brasileña", señala Ventura.

Haddad tendría que gobernar en "condiciones tan difíciles" en un Brasil en crisis, "que quizás no pueda permitirse traer al gobierno al objeto de todas las pasiones brasileñas", añade.

Además, pesará el recuerdo de la experiencia de Dilma Rousseff, designada por Lula para sucederle y destituida en 2016 por el Congreso, que la acusó de manipular las cuentas públicas.

Pero en caso de un gobierno del PT, "Lula continuará ejerciendo su magisterio moral", estima Ventura.

FUENTE: AFP