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Cubanos se vuelcan a la playa para refrescarse

En el largo y pegajoso verano de Cuba, mantenerse fresco es un asunto serio.

Cada día, y sobre todo los fines de semana, miles de residentes de La Habana se levantan temprano para hacer el viaje desde aldeas rurales y barrios urbanos congestionados en busca de las temperaturas más tolerables en las playas de la isla. Las temperaturas en la capital pueden llegar hasta 31 grados Celsius (87 grados Fahrenheit) en julio, agosto e incluso septiembre.

Durante la temporada, muchas personas toman un tren especial de verano de La Habana a Guanabo, al este de la capital. Algunas familias se amontonan en sedanes estadunidenses clásicos de la década de 1950. Los vecinos juntan su dinero y contratan un autobús para viajar en masa. Otros se encaraman en carruajes cubiertos tirados por caballos que los llevan unos pocos kilómetros por un camino de tierra hasta la costa por apenas 2 pesos por cabeza, o alrededor de 0,08 dólares.

Una vez allí, algunos recrean sus comedores en la arena debajo de refugios de lona improvisados, con sillas y mesas de madera coronados por ollas de arroz y frijoles. Hay tartas para celebrar los cumpleaños, y barriles de hielo para mantener frías las bebidas.

Muy pronto llega el momento de volver a casa. Un hombre lleva a su hija sobre sus hombros. Es un largo camino de vuelta, y ella está exhausta después de un largo día bajo el sol.

El Instituto de Meteorología de Cuba dijo recientemente que la isla había registrado el mes de julio más caluroso desde 1951, con un promedio de 28 grados Celsius (unos 82 grados Fahrenheit) durante todo el mes en medio de mañanas inusualmente cálidas, débiles brisas marinas y lluvias relativamente escasas que proporcionan por lo menos un alivio temporal del sofocante clima.

FUENTE: AP