La oportunidad de un histórico acuerdo climático entre Estados Unidos y China está dando indicios de debilitarse al surgir divisiones sobre cuáles son las tareas de cada uno para evitar el calentamiento del planeta.
El compromiso anunciado el mes pasado entre los presidentes Xi Jinping y Barack Obama generó esperanza de que pudiera adoptarse un acuerdo global climático el próximo año en París. Pero al entrar la conferencia mundial del clima en su segunda semana en Lima, las dos naciones se mantienen todavía en riberas opuestas en una serie de temas cruciales.
Aún hay, sin embargo, tiempo para limar las diferencias. Los ministros del ambiente están apenas llegando para abordar las disputas más importantes en la segunda fase que empezará el martes.
Las principales áreas de desacuerdo se refieren a:
COMPROMISO Y REVISIÓN
Los gobiernos deben acordar qué información debe ser incluida cuando expresen sus compromisos para el acuerdo de París. Se supone que esto debe ocurrir hacia marzo de 2015, aunque China y otros países han dicho que necesitarían más tiempo.
Estados Unidos y otros países industrializados desean que las contribuciones se centren en esfuerzos para cortar o reducir las emisiones de dióxido de carbono y otros gases que atrapan calor. Se resisten a las demandas de los países en desarrollo, incluidos China e India, para aumentar sus compromisos financieros que permitan ayudar a los más pobres a trabajar por el cambio climático.
También han surgido controversias sobre si establecer un proceso de revisión que permita comparar y analizar contribuciones antes de la cumbre de París. Estados Unidos y la Unión Europea desean una revisión, pero China, a la que nunca se le ha pedido adoptar alguna acción sobre el clima en las conversaciones de Naciones Unidas, se ha opuesto a ello en Lima.
¿ME DAS CINCO O DIEZ?
El acuerdo de París entraría en efecto en 2020, pero no está claro cuánto durará el periodo de compromisos iniciales. Estados Unidos desea un periodo de compromisos de cinco años y ha presentado ya sus metas de emisiones para 2025.
La Unión Europea considera que 10 años es más conveniente y ha fijado ya su meta para 2030. China también quiere 10 años, mientras que Brasil ha propuesto un híbrido en el cual los países darían cinco años para metas firmes y 10 años para metas "significativas".
EL DINERO
Como era de esperarse, gran parte de las discusiones en Lima se refieren al dinero. Los países ricos han acordado apoyar a los pobres a limitar sus emisiones y encarar los crecientes niveles marítimos, sequías, inundaciones y otros impactos del cambio climático. En 2009 los países en desarrollo acordaron movilizar 100.000 millones de dólares anuales hacia el 2020. Los países pobres demandan ahora ver la plata sobre la mesa.
Aunque ya se han comprometido 10.000 millones de dólares para el Fondo Verde del Clima, incluyendo 3.000 millones de dólares de Estados Unidos. Países en desarrollo que incluyen a China, que no contribuye, dicen que se requiere mucho más dada la urgente necesidad de acción.
EL JUEGO DE LAS CULPAS
Se supone que el acuerdo de París será "aplicable a todos", a diferencia del tratado de emisiones de Kyoto de 1997, que solo pedía acciones de los países desarrollados contra el cambio climático. Para los demás, era voluntario.
Estados Unidos, la Unión Europea y otros países ricos desean eliminar una valla de 1992 que dividió al mundo en países desarrollados y en desarrollo. Estos últimos, desde los estados petroleros ricos del Golfo hasta los países africanos pobres, no tienen prisa en deshacerse de ella debido a que ésta señala que sus acciones son voluntarias sobre el camino climático allí donde se compromete a los ricos.
El tema está entre los más difíciles de las conversaciones auspiciadas por Naciones Unidas y posiblemente no se resuelva en Lima.
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Karl Ritter is reachable on http://twitter.com/karl_ritter