Un tribunal de Sao Paulo anuló este martes el juicio que condenó a 74 policías militares acusados por la masacre de la cárcel de Carandirú, que dejó 111 reclusos muertos en 1992.
La cuarta sala penal del Tribunal de Justicia paulista resolvió que los agentes sean sometidos a un nuevo juicio al considerar que estos actuaron en cumplimiento del deber y que su acción era necesaria.
Uno de los jueces de la sala, Camilo Lellis, incluso planteó la necesidad de que sean individualizadas las penas.
"Hubo una situación de enfrentamiento y creo que hubo excesos, pero es necesario verificar quién se excedió, quién disparó a quién. La pericia no fue conclusiva y es dudosa", afirmó citado en una nota divulgada en la página web del Tribunal.
La decisión de este martes, motivada por recursos de la defensa, puede ser apelada ante el Tribunal Supremo de Justicia.
Las condenas de primera instancia contra los policías, que van desde los 48 a los 624 años de cárcel, fueron emitidas en un juicio que empezó más de dos décadas después de la mayor masacre carcelaria en la historia de Brasil, en abril de 2013.
El proceso, que se dividió en cuatro etapas, concluyó un año después.
Las partes del juicio correspondieron a las muertes registradas en cada uno de los cuatro pisos de esta prisión de Sao Paulo, donde se desplegó un vasto operativo policial para contener una riña entre presos que desembocó en rebelión general.
Según la acusación, los presos fueron ejecutados, mientras que de acuerdo a la contraparte los policías dispararon en legítima defensa, amenazados y agredidos por los prisioneros amotinados.
Todos los agentes que participaron en la acción resultaron ilesos, mientras 87 prisioneros quedaron heridos.
Hasta antes de que se iniciara el juicio sólo había sido procesado un acusado por esta masacre -el coronel que comandó la operación, Ubiratan Guimarães, que en 2001 fue condenado a 632 años de prisión por las muertes-, pero apeló más tarde el fallo y fue absuelto. Guimaraes fue hallado muerto en su apartamento en 2006.
Al momento de la masacre, el penal de Carandirú era entonces el mayor presidio de América Latina, con unos 8.000 internos.
FUENTE: AFP