Protegido por su característico abrigo de escamas duras, el pangolín, es considerado el mamífero con el que más trafica en el mundo. En la última década se han cazado de forma furtiva más de un millón de ejemplares, lo que amenaza la supervivencia de la especie, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
Aunque una cumbre global sobre fauna celebrada la semana pasada prohibió por completo el comercio de pangolines, persisten las dudas sobre si este veto frenará su tráfico ilegal en África, alimentado por la creciente demanda de los consumidores asiáticos, especialmente en China.
Las transacciones comerciales están prohibidas para las ocho especies de pangolines, según las resoluciones adoptadas la semana pasada en Johannesburgo en la Convención sobre Comercio de Especies Amenazadas de Flora y Fauna, o CITES.
En Vietnam y en algunas partes de China la carne de pangolín está considerada una exquisitez, mientras que sus escamas de queratina, la proteína presente en las uñas y el cuerno de los rinocerontes, son ampliamente usadas en la medicina tradicional china. La demanda de estos dos productos hace que cada vez se cacen más pangolines, lo que reduce su población en el centro y este de África.
Recientemente, los cazadores podían vender un kilo de escamas de pangolín — que equivalen al 20% de su peso — por alrededor de 45 dólares a un intermediario, que podía recibir entre 73 y 100 dólares de agentes de compradores chinos. El precio vuelve a subir una vez el producto llega a Asia.
La caza furtiva detectada en Uganda y otros países africanos es solo " la punta del iceberg ", dijo Anne-Marie Weeden, directora general de la Fundación de Conservación de Uganda. La pobreza y la falta de concienciación sobre la conservación anima a la caza, mientras la población rural más pobre no ve el valor de proteger a animales que pueden ser vendidos a los traficantes por cientos e incluso miles de dólares.