Entre el sonido de tambores, saxofones y llantos, los mexicanos comenzaron a despedir a las víctimas de dos desastres naturales: 64 fallecidos por uno de los más poderosos sismos registrados en un siglo y dos tras el paso del huracán Katia.
Juchitán, en el estado sureño de Oaxaca, fue la localidad más afectada con 36 fallecidos tras el sismo de magnitud 8,1 que destruyó innumerables casas, edificios y negocios.
El dolor de las familias convergió el sábado en uno de los cementerios de Juchitán, donde varias procesiones de dolientes coincidieron desde la mañana.
Familiares de las víctimas llenaron de a poco el cementerio, donde a lo largo del día sonaron canciones para honrar a sus muertos. La gente cargaba los ataúdes y se abría camino entre los escombros de algunas criptas de concreto también dañadas por el sismo. Varios hablaban en lengua zapoteca.
Paulo César Escamilla Matus y su familia tuvieron primero un servicio fúnebre en honor a su madre, Reynalda Matus Martínez, en la sala de su casa, donde sus seres queridos se acercaban hasta su ataúd a llorar, algunos calladamente.
La mujer de 64 años trabajaba el turno nocturno en una farmacia de la zona cuando el sismo sacudió la localidad la noche del jueves. Y el inmueble se vino abajo.
“El peso del segundo nivel cayó sobre ella”, dijo su hijo, quien dice que apenas pasó el temblor corrió hacia el edificio, pero ya era demasiado tarde: localizó el cuerpo de su madre bajo los escombros. Junto con algunos de sus vecinos intentó infructuosamente sacarla. Sus restos fueron recuperados hasta el día siguiente con ayuda de personal de protección civil y una excavadora.
Por el miedo a la inseguridad, la farmacia mantenía sus puertas con llave, y Escamilla se pregunta si eso pudo evitar que su madre escapara del edificio.
Las escenas de funerales se repetían en varias calles de Juchitán, donde una tercera parte de las viviendas colapsaron o quedaron severamente dañadas, según un recuento del presidente Enrique Peña Nieto.
Los restos de paredes caídas y tejas de los techos se extendían por las calles, donde familias buscaban algún espacio para colocar colchones y poder pasar la noche.
Rescatistas buscaban el sábado a sobrevivientes con la ayuda de perros y maquinaria en la plaza principal, donde parte del edificio de la presidencia municipal se cayó y donde se pensaba que estaba un policía que no había sido localizado.
El coordinador local de protección civil, José Antonio Marín López, dijo que en varias zonas de la localidad había búsquedas de posibles sobrevivientes.
Larissa García Ruiz agradecía haber podido escapar sólo un con brazo fracturado cuando su casa se derrumbó justo en el momento en que dormían.
“Yo me desperté sólo cuando escuché los gritos”, dijo la mujer de 24 años.
Su mamá logró llevar a sus hijas y su esposo ciego hasta la puerta trasera, pero entonces cayó una barda sobre ella y la atrapó. Cuando Larissa intentó rescatar a su mamá, otro pedazo de la vivienda se colapsó y le fracturó el brazo. Otros familiares, con apoyo de algunos, amigos lograron sacar a la señora.
Esa noche, todos pedían ayuda. “Nadie nos dio auxilio”, dijo Vicenta, hermana de Larissa. “Cada quien salía como podía”.
Además de los muertos en Juchitán, otras nueve personas fallecieron en otras comunidades de Oaxaca. En otros dos estados vecinos murieron 19 personas más: 15 en Chiapas y cuatro en Tabasco.
En el otro extremo del país, en el Golfo de México, Katia se degradó el sábado rápidamente a depresión tropical tras tocar tierra la noche del viernes como huracán categoría 1 en el estado de Veracruz.
El gobernador Miguel Ángel Yunes, informó el sábado que dos personas murieron en un deslave relacionado con el paso de Katia. Refirió que algunos ríos subieron de nivel, pero no tenía reportes de mayores daños.
Veracruz y el estado vecino de Puebla evacuaron a más de 4.000 personas antes de la llegada del meteoro.
FUENTE: AP