El nuevo embajador chino ante la ONU en Ginebra indicó este jueves haber invitado a la Alta Comisionada de Derechos Humanos, Michelle Bachelet, a visitar la región de Xinjiang, donde la población uigur se enfrenta a la represión.
En marzo Bachelet dijo estar esperando el "visto bueno" de Pekín para tener un "acceso total" a esta región del noreste de China, escenario de tensiones entre la mayoría musulmana y la minoría han.
En nombre de la lucha contra el terrorismo, el islamismo y el separatismo, el gobierno de Pekín reforzó considerablemente las medidas de seguridad y abrió lo que llama centros de formación profesional para las personas sospechosas de radicalización islamista.
Las asociaciones de defensa de derechos humanos estiman que un millón de personas están o bien detenidas o bien en esos centros que consideran en realidad campos de reeducación política.
En una rueda de prensa en Ginebra, el embajador chino ante la ONU, Chen Xu, recordó que su gobierno desmiente la existencia de este campos y asegura que se trata de centros de formación profesional para los jóvenes expuestos a ideologías "extremistas".
"Ver es creer", dijo Chen, y afirmó que espera que Bachelet visite la región. "La invitación (...) sigue estando sobre la mesa y esperamos encontrar un momento que convenga a las dos partes", aseguró.
Por otro lado, en Nueva York, la ONU indicó el jueves que el responsable de Naciones Unidas para contraterrorismo, Vladimir Voronkov, efectuaría esta semana una visita a China. La oficina de la ONU para el contraterrorismo quiere asegurarse de que las medidas empleadas al respecto son conformes a los derechos humanos, explicó la ONU.
La organización de defensa de derechos humanos Human Rights Watch criticó la visita de Voronkov, que incluye, según la revista Foreign Policy, un desplazamiento a Xinjiang.
"Un responsable de los derechos humanos debe visitar esa región, y no el responsable de la ONU para el contraterrorismo", subrayó la oenegé en un comunicado, denunciando que la ONU se adhiera al relato chino de la situación en la región.
Xinjiang fue escenario de violentas tensiones interétnicas y de atentados mortíferos antes de que en los últimos años fuera colocado bajo una alta vigilancia policial.
Como en el Tíbet, las autoridades chinas temen que el extremismo religioso en esas regiones conduzca al separatismo.
FUENTE: AFP