El exvicepresidente de Estados Unidos Dick Cheney, figura clave del gobierno de George W. Bush y considerado el “cerebro” detrás de la política intervencionista que definió las guerras en Afganistán e Irak, falleció este martes a los 84 años.
Cheney, apodado “el decisor”, fue una de las figuras más influyentes y controvertidas del poder estadounidense en el siglo XXI. Su papel durante los atentados del 11 de septiembre de 2001 lo llevó a tomar decisiones trascendentales en la llamada “guerra global contra el terrorismo”, que transformó la política exterior y de seguridad de su país.
Dick Cheney de Wyoming al centro del poder mundial
Nacido en 1941 en Nebraska y criado en Wyoming, Cheney encarnó al conservador estadounidense de la vieja guardia: pragmático, amante de las armas y símbolo del poder político del interior del país.
Antes de llegar a la vicepresidencia, fue jefe de Gabinete de Gerald Ford, secretario de Defensa bajo George H. W. Bush, y luego CEO de Halliburton, una empresa petrolera vinculada a contratos millonarios durante las guerras de Irak y Afganistán.
Su influencia se consolidó tras el 11-S, cuando, desde un búnker en la Casa Blanca y con Bush fuera de Washington, asumió el control operativo del gobierno junto a Condoleezza Rice.
El arquitecto de la “guerra contra el terror”
Cheney fue uno de los principales promotores de las invasiones de Afganistán (2001) e Irak (2003), esta última bajo el argumento —luego desacreditado— de la existencia de armas de destrucción masiva.
Su visión de un Ejecutivo fuerte y dominante moldeó políticas que incluyeron la Patriot Act, los centros secretos de detención de la CIA, y la creación de la prisión de Guantánamo. Estas medidas fueron ampliamente criticadas por organizaciones de derechos humanos y marcaron una época de tensiones globales.
FUENTE: EFE




