Valencia vive el inicio de sus fiestas tradicionales, las Fallas, decorada en cada rincón con pinceladas de colorido, arte, gracia e ingenio que los artistas han plasmado en conjuntos escultóricos que, de manera alegórica, representan a personas o a hechos destacados de actualidad.
Esta ciudad al este de España amaneció engalanada con 385 "fallas" infantiles, que son esculturas de cartón piedra, punto de partida para cinco jornadas frenéticas de fiestas.
Se trata de la tercer ciudad española, con unos 800.000 habitantes, situada en el litoral mediterráneo.
Artistas y falleros han robado horas a su descanso y han trabajado a contrarreloj la pasada noche para tener todo listo de madrugada, a la espera esta tarde de la sentencia del jurado sobre qué falla es la mejor.
Los monumentos que luchan por la corona en la sección especial centran su belleza y gracia en las diferentes expresiones sociales de un beso, la necesidad de las unidades de medida o el mundo de los piratas, entre otros.
Las fallas infantiles también apuntan este año su sentido artístico hacia la cultura y la tradición de Japón, el recurrente mundo del circo, la historia del nacimiento de las fallas o la magia y los bosques.
Estas esculturas se queman en la noche del 19 al 20 de marzo, aunque del fuego se salva siempre alguna falla, elegida por votación popular, que luego pasa a un museo.
Ayer se decidió que la falla infantil de un viejo payaso pintando un león de trapo mientras es observado por una niña vestida con ropa de ballet se salvara de ser quemada, y hoy se dará a conocer qué figura grande será indultada de la cita con el fuego.
Pasacalles, explosiones pirotécnicas, premios, comidas populares, la emotiva Ofrenda de flores a la Virgen y la quema de las fallas ponen la cara más alegre a una festividad que, también, masifica y convierte a Valencia en un pequeño gran caos sin apenas respiro.
Durante estos días se puede también disfrutar del mejor cartel taurino y de espectaculares iluminaciones, reponer fuerzas en el más de centenar de puestos de churros, buñuelos y chocolate e intentar convertirse en pirotécnico lanzando petardos sin descanso.
Con una ocupación hotelera que rondará el lleno, un millón de turistas extranjeros, nacionales y valencianos, y una meteorología que este año quiere recompensar en parte los días de viento y lluvias del año pasado, Valencia ya vive inmersa en su vorágine fallera a la que pondrá fin el fuego del próximo día 19.
FUENTE: EFE