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Cartas del público alentaron a Obama en plan de salud

WASHINGTON (AP). Las cartas fueron su guía.

Nada inspiró tanto a Barack Obama en su empecinada campaña en pos de una reforma al plan de salud pública como las diez cartas que lee diariamente de ciudadanos comunes.

Las cartas fueron una especie de amuleto. Las llevaba consigo a todos lados. Contaba sus historias. Las usaba en los actos. (Sus detractores dicen que las explotaba).

Cuando llegó el momento de sancionar la ley, Obama seguía teniéndolas presente.

Entre los invitados a la ceremonia del martes en el Salón Oriental de la Casa Blanca figuraron la familia de una mujer de Ohio que se quedó sin cobertura médica por los altos costos y el propietario de un comercio de California que le envió un correo electrónico sobre los problemas que tenía para darle cobertura a sus cinco empleados. A una ceremonia previa, al mediodía, fueron invitadas otras personas que le escribieron a Obama, incluida una niña de 17 años de Pensilvania a la que Obama le había escrito luego de recibir una carta de ella diciendo que su familia se había quedado sin cobertura.

En su primera semana como presidente, Obama le pidió a sus colaboradores que todos los días seleccionasen diez cartas de entre las decenas de miles que llegan a la Casa Blanca, para que él las leyera. Sus asesores afirman que el mandatario no quería leer cartas laudatorias.

"No les voy a decir lo que tienen que poner en esa carpeta", le dijo Obama a su director de correspondencias, Mike Kelleher.

Obama dijo recientemente, en tono de broma, que está seguro de que las cartas que selecciona su equipo son representativas "porque en la mitad de ellas me dicen que soy un idiota". Catorce meses después, Obama sigue leyendo sus diez cartas diarias, que lleva consigo al finalizar cada jornada durante la semana. Responde personalmente a tres o cuatro.

El mandatario dice que las cartas "me sirven más que cualquier otra cosa para mantenerme al tanto de lo que sucede en el país".

La cobertura médica y la economía son los temas más frecuentes de esas cartas, según Kelleher.

Las misivas aportan una dimensión adicional a los debates abstractos.

"Las más conmovedoras son las que escriben los niños", comentó Obama hace poco. "Los chicos me dicen 'mi papi se quedó sin trabajo, mi abuelita está enferma y no tiene dinero para cobertura médica'".

La carta de Natoma Canfield causó profundo impacto en Obama.

Canfield, una mujer de 50 años que trabaja en la limpieza en Medina, Ohio, le dijo a Obama que tuvo que suspender su cobertura médica cuando las primas subieron un 40%. Temía perder su casa si pagaba esas primas.

Obama le respondió: "Es por gente como usted que seguimos peleando para sacar adelante la reforma al plan de salud". Obama le leyó en voz alta la carta de Canfield a los directores de varias compañías de seguros médicos. Un portavoz suyo la leyó en una sesión informativa en la Casa Blanca. La Casa Blanca invitó a una hermana de Canfield a que presentase al mandatario en un acto en Ohio, donde Obama relató que la mujer se había desmayado recientemente y había sido internada en un hospital.

"Estoy aquí por Natoma", dijo Obama.

El caso le dio una dimensión humana a los esfuerzos finales de Obama. Pero también le dio munición a quienes afirman que Obama usa las cartas con fines políticos y simplifica temas complejos usando anécdotas conmovedoras.

Resulta que Canfield seguramente está en condiciones de recibir cobertura médica a través del plan estatal Medicaid y que la Cleveland Clinic, donde está siendo atendida, no piensa embargarle la casa.

"Uno puede encontrar relatos que justifiquen cualquier cosa", afirmó Stanley Renshon, especialista en psicología política de la City University de Nueva York. "Es pura explotación. Gente que se presta para justificar una posición". Los detractores de Obama dicen que se pasó de la raya.

El comentarista conservador Glenn Beck dice que está cansado de oír hablar de las cartas de Obama. "¿Hasta cuándo", preguntó. "Tan solo en nuestro pequeño pueblo, 1,457 personas trataron de suicidarse porque estaban hartas de escuchar a Barack Obama leyendo las cartas o hablando de las cartas que lee cada noche".

Obama probablemente responda a sus detractores usando los mismos argumentos de la gente que le escribe, según sus colaboradores.

Jenn Whitcomb, quien trabajó en la campaña presidencial de Obama en el 2008, le escribió al mandatario expresando su frustración porque no asumía una postura firme en relación con la opción pública de los planes de salud. "Mi padre se va a morir sin haber recibido ayuda del gobierno", escribió Whitcomb poco antes de la muerte de su padre.

Obama le respondió diciendo que lamentaba los problemas de su padre y pidiéndole que no pierda la fe.

"El proyecto final no será perfecto --nada lo es--, pero le garantizo que va a ayudar a millones de personas", escribió.

No todas las cartas contienen quejas.

En una, un niño le pregunta a Obama qué piensa de sus respuestas a unos problemas de matemáticas. Obama revisó todas las respuestas y respondió: "Creo que tienen solo dos respuestas equivocadas".

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