En muchas ocasiones la política es un asunto feo, pero si a eso le suma 28 naciones, una alta tasa de desempleo, un montón de votantes enfadados, una Gran Bretaña escéptica y una lucha de poder por ver quien será el nuevo presidente ejecutivo de la Unión Europea, las consecuencias pueden ser bien profundas.
El primer ministro británico David Cameron se buscó una dolorosa derrota en su campaña al intentar bloquear como candidato al ex primer ministro de Luxemburgo, y largo tiempo conocedor de los entresijos de Bruselas, Jean-Claude Juncker.
Así las cosas, muchos temen que la cada vez más aislada Gran Bretaña se pueda plantear dar un paso que nunca conocido en la historia de la UE: abandonar la Unión, un organismo que acoge a 500 millones de personas.
En la cumbre del viernes los líderes del bloque se pusieron de acuerdo para nominar a Juncker como el próximo presidente de la Comisión Europea, el poderoso brazo ejecutivo de la UE, a cargo de elaborar la legislación, supervisar los presupuestos de los países miembro y vigilar el mercado único de la UE.
Cameron considera que la UE es "demasiado grande, demasiado mandona y demasiado entrometida" por eso intentó bloquear a Juncker, a quien ve manifiestamente favor de la integración, el consenso y la construcción de un imperio en Bruselas que no devuelva el poder a las naciones miembro.
Cameron dijo que los contundentes resultados del mes pasado conseguidos por los partidos euroescépticos y anti-inmigración en las elecciones al Parlamento Europeo en varios países de la UE, entre ellos Francia y Gran Bretaña, fueron una llamada de atención para que el bloque entienda que "debe o cambiar o aceptar una debacle mayor".