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Los colonos plantan la bandera israelí entre los palestinos de Jerusalén Este

Una mañana, cuando la familia Abu Snineh se despertó, se dio cuenta de que algo había cambiado en su edificio del barrio de Silwan, en Jerusalén Este: estaba lleno de nuevos inquilinos judíos y había dos banderas israelíes en el techo.

El edificio donde vive Jawad Abu Snineh, un jornalero con nueve hijos, se había convertido en uno más de los muchos que se llenan de residentes israelíes en pocas horas, a menudo durante la noche.

Silwan, junto a la Ciudad Vieja, se ha convertido en un punto de conflicto entre los residentes palestinos que llevan mucho tiempo viviendo aquí y los colonos, que quieren instalarse por razones ideológicas.

"Tengo listas enteras de familias que están esperando para venir a vivir a Jerusalén, la tierra que pisaron los profetas", explica Daniel Luria, cuya organización, Ateret Cohanim, facilita la compra de casas a familias judías de Israel y del extranjero.

Las tensiones forman parte de un conflicto más amplio sobre el estatuto de la ciudad de Jerusalén. Los palestinos quieren que Jerusalén Este sea la capital de un futuro Estado palestino mientras Israel también la quiere como capital y se niega a que la ciudad quede dividida.

Tras la Guerra de Seis Días de 1967, Israel anexionó Jerusalén Este, donde entonces vivían mayoritariamente palestinos y muy pocos judíos, una decisión no reconocida por la comunidad internacional.

Ahora hay 195.000 judíos de una población total de 450.000. En el barrio de Silwan, algunos centenares de colonos viven junto a 55.000 palestinos, en su mayoría trabajadores.

El edificio de la familia Abu Snineh es el sexto que se ha llenado de familias judías en el barrio. Todos forman un pequeño enclave con calles nuevas y estrictamente vigiladas, que contrastan con la pobreza de la zonas palestinas donde no existen servicios públicos de ningún tipo.

"Los colonos no quieren vivir con nosotros", dice Fakhri Abu Diab, que forma parte de un grupo de voluntarios del barrio de Silwan elegido por los residentes. "Quieren vivir en nuestras casas", asegura.

Según él, los últimos colonos llegaron las 02h00 de la mañana. Cinco minutos después ya habían puesto banderas israelíes en el tejado y habían instalado cámaras de seguridad en las paredes y los balcones del edificio.

Según Daniel Luria, que asesora a las familias, el barrio de Silwan es la "joya de la corona" por su proximidad con la Ciudad Vieja, el Muro de las Lamentaciones y la Explanada de las Mezquitas, que los judíos llaman Monte del Templo.

Además, según la tradición, fue aquí donde el rey David estableció la capital de su reino.

"No voy a regalar mi tierra natal a un pueblo [el palestino] que nunca ha existido. Tienen muchos países árabes a los que pueden ir a vivir", asegura Luria.

Para instalarse, los colonos compran simplemente las casas o se amparan en una ley que pone bajo tutela de Israel las propiedades que quedaron abandonadas en 1948, cuando los palestinos huyeron tras la creación del Estado de Israel.

En el caso del edificio donde vive Jawad Abu Snineh, la justicia israelí decidió que pertenece a sus antiguos propietarios, una familia de judíos yemeníes que vivían aquí en 1880.

Al jornalero y a su familia, que lleva siete años pagando su alquiler, le han dado un ultimátum para buscar una nueva casa antes de que termine el año.

En el barrio, los edificios donde viven los judíos están vigilados por agentes de seguridad y las dos comunidades se acusan mutuamente de romper la convivencia pacífica.

"En Hebrón las cosas empezaron así", asegura el voluntario Abu Diab, en referencia a esta ciudad donde 500 colonos viven protegidos por alambradas y donde hay que pasar controles para acceder al centro.

Sin embargo, según Luria, lo más importante para los colonos no es la seguridad sino otra cosa mucho más importante: "Por encima de toda se trata de la hoja de ruta de Dios".

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