El papa Francisco se aprestaba el martes a celebrar su primera misa importante en Canadá para rendir homenaje a los abuelos, un día después de que ofreciera una histórica disculpa por el papel de la Iglesia católica en la separación de las familias de los indígenas durante varias generaciones, al haber participado en el sistema de internados de Canadá, que calificó de daño “catastrófico".
Francisco ha elogiado desde hace mucho tiempo el papel de las abuelas en la transmisión de la fe a las generaciones más jóvenes, citando su propia experiencia con su abuela, Rosa, mientras crecía en Buenos Aires. Durante varios meses, Francisco ha impartido lecciones de catecismo semanales sobre la necesidad de atesorar la sabiduría de los abuelos y no descartarlos como parte de lo que ha calificado como la “cultura del derroche” actual.
El mensaje de Francisco tiene una resonancia aún mayor en Canadá, dado que las familias indígenas fueron destrozadas por la política gubernamental de integración forzada de los pueblos nativos impuesta por la Iglesia.
Más de 150,000 niños indígenas de Canadá fueron sacados de sus hogares y obligados a asistir a escuelas cristianas financiadas por el gobierno desde el siglo XIX hasta la década de 1970, en un esfuerzo por aislarlos de la influencia de sus familias y su cultura. El objetivo era cristianizarlos y asimilarlos a la sociedad mayoritaria, que los gobiernos canadienses anteriores consideraban superior.
En el primer evento de su “peregrinación penitencial” de una semana de duración, el papa viajó el lunes a las tierras de cuatro naciones Cree para orar en un cementerio y luego ofrecer la tan buscada disculpa. Francisco fustigó la política de internados como un “error desastroso” que causó un daño “catastrófico” a los pueblos indígenas y sus familias.
“Pido perdón humildemente por el mal que tantos cristianos cometieron contra los pueblos indígenas”, declaró Francisco en el sitio de un antiguo internado en Maskwacis. El papa prometió más investigaciones y medidas para promover la sanación.
La reacción a su visita y las palabras fueron mixtas: algunas víctimas se mantuvieron alejadas y criticaron la decisión de los líderes indígenas de obsequiar a Francisco con un tocado de plumas, que es una señal de respeto. Otros recibieron sus disculpas como genuinas y elogiaron la atención que su visita había atraído sobre los horrores del sistema de internados.
FUENTE: Associated Press