El agua es para el Canal de Panamá como la sangre que corre por nuestras venas.
Una de las claves de la operación de la vía acuática son los lagos de Gatún y Alhajuela, creados precisamente para permitir la operación del Canal. Estos dos lagos artificiales almacenan el agua de las lluvias que cae en la cuenca hidrográfica. Si no existieran, simplemente el agua seguiría su curso natural a través de los ríos hasta llegar al mar.
Un equipo del Canal de Panamá se encarga de monitorear la cantidad de lluvias y el nivel de los lagos, a fin de almacenar suficiente agua durante la temporada de lluvias, con miras a la época seca.
En ocasiones, como vimos en los últimos días a raíz de la tormenta Otto, las lluvias son más intensas y los lagos llegan a sus máximos niveles, lo que obliga a realizar vertidos preventivos y controlados desde las represas de Gatún y Alhajuela para evitar inundaciones en las comunidades aledañas o afectaciones a las infraestructuras y la operación del Canal de Panamá.
El agua que sale de las represas sigue su curso a través del río Chagres hasta desembocar en el Mar Caribe, en el caso de Gatún, y en los cauces del Canal, en el caso de Alhajuela.