NUEVA YORK (AP). Paula Ormaechea se sorprende porque se hable tanto de sus habilidades como encordadora de raquetas de tenis.
Después de todos, es algo que la argentina, actual número 71 del mundo, hace desde que era una niña de 10 años.
"Para mí es algo normal", afirma.
Su caso puede ser descrito como único en el circuito profesional: alguien que se encarga por sus propios medios de encordar las raquetas.
"Es algo que sólo se ve en los torneos challengers y futures, las ligas menores del tenis", comentó asombrado Todd Mobley, coordinador de la sala de encordadores del Abierto de Estados Unidos. "Diría que en este nivel, si acaso el uno por ciento lo hacen".
Para Ormaecha, de 20 años, es simplemente otra muestra de la autosuficiencia y personalidad que le caracterizan. Esas fueron las virtudes con la que con apenas 13 años decidió viajar de su natal Sunchales, pequeña ciudad en la provincia de Santa Fe, a la capital Buenos Aires para perseguir su sueño de ser jugadora.
Como en Sunchales no existían facilidades para encordar raquetas, su padre _Marcelo_ compró una máquina y le enseñó a su hija cómo usarla.
Ahora, en el tour de la WTA, Ormaechea no ha perdido la costumbre y empaca en sus valijas una máquina semiautomática que pesa unos seis kilos y que es fácil de desmontar parar ir de torneo en torneo, haciendo el trabajo en su habitación de hotel. Es algo que le toma unos 15 minutos, "o 20, cuando no tengo muchas ganas".
"Me gusta hacerlo, me distrae. Sinceramente, no me toma tiempo", dijo en una conversación con The Associated Press. "Cuando tengo mis momentos libres y necesito hacer las raquetas, las hago... No me lo tomo como un trabajo, sino algo que me gusta".
Mobley contó que vio un vídeo de Ormaechea y asintió positivamente a la habilidad de la argentina, que alcanzó la segunda ronda del US Open, para asegurar el nivel de tensión en la raqueta.
Ormaechea, quien este febrero disputó en Bogotá la primera final de su carrera y alcanza los 200.000 dólares en premios durante la temporada, insiste que no acusa ningún tipo de desventaja por encargarse de la tarea.
"Me han enseñado personas que se dedican a esto, sobre cómo supuestamente se deben hacer las cosas. Después, cuando juego con mis raquetas, yo las siento cómodas. Si hoy las llevo a encordar a otro lugar, sería diferente", afirmó. "Ahí estará la diferencia. Me sentiría incómoda, porque estoy acostumbrada a jugar con la misma tensión siempre, que está hecha por mi máquina". "Tengo planeado hacerlo hasta el momento que me canse, hasta el día que diga: `no quiero hacerlo más'", dijo.
FUENTE: Agencia AP