Cada año encendemos luces, colocamos adornos y rodeamos regalos alrededor del árbol de Navidad, sin pensar que esta tradición nació en un contexto muy distinto al que conocemos. Su historia está representada de creencias paganas, migraciones europeas y decisiones reales que transformaron un símbolo ancestral en el corazón emocional de las fiestas.
El árbol navideño no nació en Navidad
El árbol navideño no nació dentro del cristianismo. Su historia se remonta a siglos antes, cuando pueblos del norte de Europa usaban ramas verdes para atraer buena fortuna durante los inviernos. Estas culturas creían que el árbol simbolizaba vida eterna, fuerza y esperanza en plena oscuridad del solsticio.
Mucho tiempo después, estas costumbres se mezclaron con la celebración cristiana, y fue en Alemania, en el siglo XVI, donde comenzaron a decorarlo con frutas, velas y figuras, marcando el nacimiento del árbol navideño tal como lo conocemos hoy.
Cómo se volvió un símbolo mundial
El árbol se convirtió en tendencia global cuando una imagen de la reina Victoria y el príncipe Alberto posando junto a uno de ellos circuló por periódicos europeos y estadounidenses en el siglo XIX. Desde entonces, la tradición cruzó continentes y se volvió parte indispensable de diciembre.
Más adelante, la llegada de luces eléctricas, adornos de vidrio y el comercio moderno terminó de impulsar su popularidad mundial. Hoy sigue siendo un símbolo de unión, nostalgia y magia familiar, que representa mucho más que una simple decoración navideña.





