La llegada del Año Nuevo activa una serie de rituales y tradiciones que se repiten en miles de hogares, especialmente en América Latina. Usar ropa de ciertos colores, comer uvas o correr con maletas forman parte de costumbres heredadas que combinan simbolismo, creencias populares y una fuerte carga emocional.
Tradiciones que se repiten cada 31 de diciembre
Una de las prácticas más extendidas es comer 12 uvas a la medianoche, asociadas a los deseos para cada mes del año. Vestir ropa interior amarilla para atraer prosperidad o roja para el amor también se mantiene como un ritual popular, al igual que barrer la casa para “sacar” lo negativo del ciclo que termina.
Otra tradición frecuente es correr con maletas, símbolo del deseo de viajar en el nuevo año. En muchos hogares, además, se preparan cenas abundantes como señal de unión familiar y buenos augurios.
Mitos y creencias que se mantienen
Entre los mitos está la idea de que lo que se haga en Año Nuevo se repetirá durante todo el año, lo que lleva a muchas personas a evitar discusiones o situaciones negativas. También persiste la creencia de que los fuegos artificiales ayudan a ahuyentar la mala suerte.
No obstante, estas prácticas no cuentan con respaldo científico que confirme efectos reales sobre el futuro.
La mirada psicológica detrás de los rituales
Desde la psicología, la Dra. Yuvitza Reyes Donoso, académica de la carrera de Psicología de la Universidad Andrés Bello de Chile, explica que estos rituales funcionan como “anclas psicológicas” que ayudan a cerrar ciclos, reducir la ansiedad y generar una sensación de control frente a lo desconocido.
Más allá de los mitos, especialistas coinciden en que estas tradiciones refuerzan la esperanza y predisponen emocionalmente a las personas para iniciar el año con una actitud positiva, donde el verdadero cambio depende de las decisiones que se tomen a lo largo del tiempo.






