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La doble y diabólica vida de Josef Fritzl

VIENA (AFP). Josef Fritzl, condenado hoy jueves a cadena perpetua por el asesinato de uno de los hijos que le engendró a su hija Elisabeth durante los 24 años en que la mantuvo encerrada en un sótano de la ciudad austriaca de Amstetten, había logrado ocultar su doble y diabólica vida hasta que el caso se destapó en abril de 2008.

Mientras los vecinos de su calle, la Ybbsstrasse, lo describían como un hombre amable, cortés, comensal apreciado pero un poco autoritario con su familia, Frizl, de ojos azules de una frialdad impresionante, llevaba su doble vida desde 1978.

Según las investigaciones, Fritzl, de 73 años, comenzó a remodelar el sótano cuando su hija Elizabeth tenía 12 años y ya, al parecer, abusaba de la niña.

En agosto de 1984, cuando ella tenía 18 años, su padre la encierra, haciéndole creer a su esposa Rosemarie y a las autoridades que su hija se había escapado y adherido a una secta.

Y como prueba, obligaba a Elizabeth a escribirle cartas en las que le pedía que dejara de buscarla.

Fritzl "quería formar una segunda familia y estaba seguro de poder mantenerlo en secreto", explicó su abogado defensor Rudolf Mayer.

Rosemarie, su mujer, tenía sólo 17 años cuando contrajeron matrimonio en 1956. Otra similitud sorprendente fue que también tuvo siete hijos con su esposa y gemelos en quinto y sexto lugar, como con Elizabeth.

Con el pretexto de que trabajaba en electrónica en su taller subterráneo, pues Fritzl era ingeniero electricista, había prohibido a su familia que bajara al sótano, donde pasaba noches enternas, según sus allegados, que aseguraron que desconocían esa doble vida.

Criado por su madre soltera en el seno de una familia autoritaria y pronazi, Josef Fritzl "compensó la ausencia de su padre desarrollando una personalidad de patriarca superpoderoso", según el psiquiatra Reinhard Haller.

Fritzl sabía que "sólo podría obtener por la fuerza que la gente lo quisiera", afirmó su abogado. "Quiso a Elizabeth a su manera", agregó el letrado en declaraciones a la agencia de prensa austríaca APA.

En ese sótano, de 40 m2 sin ventanas ni ventilación, aislado por varias puertas blindadas cerradas mediante dispositivos electrónicos, la joven sufrió un calvario inimaginable. Como resultado de las reiteradas violaciones, dio a luz, sola, a siete niños. Uno de ellos, un gemelo, murió en 1996 horas después del parto por graves problemas respiratorios.

Al día siguiente de su detención, el 26 de abril de 2008, Fritzl, apodado por la prensa austríaca el "monstruo de Amstetten", reconoció los hechos e inclusive confesó que había incinerado el cuerpo del bebé.

Fritzl fue condenado a cadena perpetua e internamiento psiquiátrico por el tribunal de Sankt Polten, 60 km al oeste de Viena, que retuvo los seis cargos que pesaban en su contra: asesinato, incesto, violación, secuestro, coerción y esclavitud de su hija.

"Lo lamento de todo corazón, ya no puedo hacer nada desgraciadamente", declaró Fritzl horas antes de que el tribunal anunciara su veredicto.