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Enviado de EEUU participa en ceremonia militar en Taiwán

El enviado de Estados Unidos a Taiwán participó en un servicio conmemorativo militar el domingo encabezado por la presidenta Tsai Ing-wen en una nueva muestra de relaciones cálidas que amenazan con agravar las tensiones entre Washington y Beijing.

Ni el director del Instituto Estadounidense en Taiwán (AIT, por sus siglas en inglés) William Brent Christensen, ni Tsai hablaron en el evento anual para los soldados muertos por el bombardeo chino en 1958 en Kinmen, una isla controlada por Taiwán cerca de la costa continental. Los asistentes, con máscaras como medida de precaución contra el coronavirus, guardaron un minuto de silencio. El personal militar encendió incienso en las tumbas de los soldados.

Washington no tiene relaciones oficiales con Taiwán, que se separó del gobierno chino en 1949 después de una guerra civil. La administración del presidente Donald Trump ha hecho gestos hacia Taiwán mientras las relaciones con Beijing se deterioran. Este mes, el secretario de Salud y Servicios Humanos, Alex Azar, se convirtió en el funcionario estadounidense de más alto rango en visitar Taiwán, lo que provocó la protesta de China.

A pesar de la falta de vínculos oficiales, Estados Unidos es el aliado y proveedor de armas más importante de Taiwán. El AIT es una corporación sin fines de lucro en lugar de una embajada, pero cuenta con empleados del Departamento de Estado.

Es la primera aparición de un director del AIT participa en el memorial anual. China no ha comentado al respecto.

Christensen ha asistido a otros eventos con Tsai, pero el domingo tuvo un perfil inusualmente alto. Algunos canales de televisión locales transmiten el memorial en vivo.

Ni Christensen — que trajo una delegación de ocho miembros — ni Tsai declararon ante periodistas. La presidenta, quien asumió el cargo en 2016, no pronunció un discurso el año pasado, pero habló con los reporteros sobre los eventos en Hong Kong.

El apoyo de Washington al gobierno elegido democráticamente de Taiwán ha sido un irritante crónico en las relaciones con Beijing.

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