La primera ministra de Irlanda del Norte, Arlene Foster, anunció este miércoles su renuncia, víctima de una rebelión interna en su partido vinculada a las consecuencias del Brexit sobre la provincia británica.
Desde la entrada en vigor el 1 de enero del nuevo régimen posbrexit, las mercancías que cruzan el mar de Irlanda entre Gran Bretaña y la provincia británica tienen que someterse a controles aduaneros, lo que pudo haber potenciado la renuncia de Foster.
Esto se debe a que, pese al Brexit, Irlanda del Norte sigue formando parte del mercado único europeo para evitar reinstaurar una frontera con la vecina República de Irlanda --país miembro de la UE-- que pudiese amenazar la frágil paz entre unionistas protestantes y republicanos católicos alcanzada en 1998 al término de tres décadas de sangriento conflicto.
Recientemente, el subjefe de la policía norirlandesa advirtió que esto estaba provocando un "creciente descontento" en las filas unionistas, que defienden el mantenimiento de Irlanda del Norte bajo dominio británico y ven régimen diferenciado como una barrera con el resto del país.
"Es difícil para los políticos (controlar) el nivel de ira que existe en la comunidad", afirmó en la BBC el ministro norirlandés de Agricultura, Edwin Poots, llamando a la calma.
La primera ministra norirlandesa, Arlene Foster, antes de su renuncia y quien es una unionista personalmente contraria a estos controles aduaneros, calificó las amenazas de "completamente reprobables", al tiempo que alertaba de las "tensiones comunitarias" en Irlanda del Norte.