Tras adoptar a sus hijos David Banda y Mercy James en el estado africano de Malaui, en el que lleva más de una década desarrollando una exhaustiva labor filantrópica, la cantante Madonna conoció años más tarde, en 2015, a dos adorables niñas de casi tres años cuya infancia parecía estar marcada por una larga y precaria existencia en uno de los muchos orfanatos que se concentran en el país. Sin embargo, y como ocurrió con sus anteriores adopciones, las pequeñas Stella y Estere no tardaron en integrarse, solo dos años más tarde, en la ya de por sí numerosa familia de la diva.
"Dos almas hermosas... Que solo traen gozo a quienes las conocen. Me siento tan agradecida de teneros a las dos en mi vida", ha escrito la reina del pop en Instagram al tiempo que publicaba varias fotos que dejan patente la simpatía, el ingenio y la dulzura que definen a las benjaminas de su casa, de quienes Madonna ya reveló en su momento que también alteraron notablemente su dinámica doméstica y que, en un principio, generaron cierta incomodidad en sus dos hijos mayores.
"Mercy y David estaban muy emocionados con su llegada, pero Lola y Rocco tuvieron esa sensación de: "Oh, vamos a tener que compartirte con más gente". No tenía nada que ver con los celos, era más que nada el convencimiento de que se necesitarían algunos ajustes. En cualquier caso, al final todos me apoyaron, y concretamente Lola me dijo: 'Mamá, si esto es de verdad lo que quieres y te va a hacer feliz, adelante con ello'", explicaba la ambición rubia en conversación con la edición italiana de la revista Vogue.
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