Pese a los llamados a la calma de Londres, Dublín y Washington, el jueves por la noche volvió a estallar la violencia en Irlanda del Norte, sacudida desde hace una semana por disturbios de un alcance no visto en años en la provincia británica.
El conflicto crece en la región desde la salida del Reino Unido de la Unión Europea, cuyas consecuencias provocaron un sentimiento de traición entre los unionistas apegados a la corona británica.
Las tensiones culminaron en una semana de disturbios, con el lanzamiento de proyectiles y el incendio de vehículos, principalmente en las zonas de mayoría protestante.
Estos incidentes reavivaron el fantasma de tres décadas de sangriento conflicto entre republicanos católicos y unionistas protestantes, que dejaron unos 3.500 muertos hasta la firma del acuerdo de paz del Viernes Santo de 1998.
El jueves, el primer ministro británico, Boris Johnson, y su homólogo irlandés, Micheal Martin, pidieron calma tras las violencias "inaceptables" registradas en Irlanda del Norte en los últimos días, en un llamado similar al expresado por los dirigentes norirlandeses, tanto unionistas como republicanos.
"Subrayando que la violencia es inaceptable, pidieron calma", indicó la oficina del primer ministro irlandés en un comunicado, divulgado después de que ambos mandatarios hablaran por teléfono.
"La destrucción, la violencia y las amenazas son completamente inaceptables e injustificables, independientemente de las preocupaciones que existan en las comunidades", indicó el gobierno autónomo norirlandés -constituido por unionistas, republicanos y centristas- afirmando estar "gravemente preocupados".
"Aunque nuestras posiciones políticas son muy diferentes en muchos temas, todos estamos unidos en nuestro apoyo a la ley y el orden", agregaron.
La Casa Blanca también lanzó un llamado a la calma, declarándose "preocupada" por los incidentes violentos.
FUENTE: AFP